Agenda demócrata

La captura del control de la Cámara de Representantes otorga al partido demócrata una buena tajada del gobierno estadounidense. Lo lograron a pesar del componente de último minuto constituido por la caravana de migrantes centroamericanos, que bajo el ropaje de refugiados se desplazaba en dirección a la frontera estadounidense. Aunque se planteó que por consideraciones humanitarias su rechazo podía perjudicar al partido republicano, la caravana en realidad lo benefició, especialmente en los estados limítrofes con México.

Cabría indagar cuáles posibles consecuencias podría tener la pérdida del control total republicano del Congreso. Se han mencionado mucho las eventuales investigaciones que la Cámara podría iniciar sobre el presidente Trump y sus allegados. Su principal efecto, sin embargo, podría ser moderar, ralentizar u detener las iniciativas legislativas presidenciales, e incluso sus medidas administrativas, algunas de ellas ya actualmente disputadas en cortes judiciales u obstaculizadas por municipalidades y estados federales.

En materia económica, por la tradicional influencia de las organizaciones laborales en el partido demócrata, los acuerdos de libre comercio nunca han sido vistos con mucho entusiasmo por los demócratas. Es poco probable, por lo tanto, que vayan a tratar de impedir que Trump prosiga con sus presiones comerciales sobre China, Canadá, la Unión Europea y otros países. Tampoco es previsible que se opongan radicalmente a rebajas de impuestos a la clase media, o a inversiones en proyectos de infraestructura. Más afectadas serían las políticas sociales, migratorias, sanitarias, energéticas, presupuestarias, ambientalistas y de derechos humanos. Pero existe también inquietud en los mercados financieros respecto de la gobernabilidad en los EE.UU. a partir de enero, dado el presente ambiente de desregulación y la vulnerabilidad asociada a los altos niveles actuales de precio de los títulos de capital.

Gustavo Volmar