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Atrasos crediticios

Suspensiones de trabajadores y cierre de establecimientos han dejado maltrechas las economías personales y familiares

Es innegable que la voluntad de pagar una deuda puede no ser suficiente. Igual que para cualquier otro propósito personal, hay que tener los medios para poder cumplirlo. En muchos casos no se requiere dinero sino otros tipos de recursos, tales como fortaleza física o destrezas manuales, pero en lo que a pagar los préstamos concierne, usualmente el dinero sí se necesita.

Las suspensiones de trabajadores y el cierre temporal o definitivo de muchos establecimientos, han dejado muy maltrechas las economías personales y familiares. No es extraño, por lo tanto, que exista un nivel anormalmente elevado de atrasos en el cumplimiento de los compromisos financieros. Puede haber exenciones especiales aplicables a la calificación de las carteras de crédito y la constitución de provisiones por causa de préstamos vencidos, pero ellas no hacen desaparecer la presencia real de los atrasos, aun si los préstamos son renegociados y los plazos extendidos.

Esa situación conduce a adoptar una actitud de comprensión y tolerancia para con los deudores que han caído en incumplimientos. No hay duda de que habrá quienes aprovecharán esa circunstancia para dejar de pagar, aunque estén en condiciones de hacerlo, pero es de presumir que la gran mayoría de los atrasos corresponderán a deudores genuinamente incapaces de hacer frente a sus compromisos.

Pero salvo que se decidiera condonar las deudas, eventualmente los deudores tendrán que efectuar los pagos requeridos, pudiendo beneficiarse de concesiones como reducciones en los cargos por intereses. Se les dará tiempo y se les disminuirán balances, pero pueden llegar a perder las garantías constituidas.

Es común creer que hacer que los deudores firmen nuevas promesas específicas de pago incrementa las probabilidades de cobro. No es así según Syon Bhanot, profesor de economía en la Universidad de Swarthmore, cuyos estudios revelaron que el efecto de dichas promesas es mínimo si los atrasos se deben a precariedades reales.

Doctor en Economía de Columbia University especializado en empresas, mercados, pronósticos y riesgo.