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Banco loco

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Banco loco

No es inusual que ocasionalmente los bancos centrales apliquen medidas que no sean del agrado de la rama ejecutiva de los gobiernos. Por lo regular, situaciones de ese tipo ocurren cuando esos bancos procuran evitar que las economías se desestabilicen por causa de un exceso de gastos, razón por la cual hacen subir las tasas de interés o retiran dinero circulante. Como esas medidas son restrictivas, pueden ser mal recibidas por gobiernos interesados en mantener elevados su flujo de gastos y el nivel de la actividad económica. Y es una prueba de cuán independientes son dichos bancos, que mantengan sus medidas a pesar de eso.

Lo que no es tan usual es que un presidente diga que el banco central se ha vuelto loco, como sucedió ahora en los EE.UU. debido al último incremento en la tasa de interés dispuesto por la Fed, el banco central de ese país. Irritado por el efecto del alza sobre el costo de la deuda pública y sobre los índices de precio de las acciones de compañías, el presidente Trump no escatimó diatribas contra la Fed, cuya política calificó como ridícula.

Como si la Fed necesitara ayuda para defenderse, en su apoyo salió la directora gerente del FMI diciendo que no asociaba al presidente de la Fed con locura. El director del Consejo Nacional de Economía señaló que el alza de las tasas debía ser bienvenida, no temida, ya que era una señal de que la economía era saludable. Y la Casa Blanca declaró que Trump respeta la independencia del banco.

Analistas económicos señalaron que el precedente más cercano de las críticas presidenciales tuvo lugar durante la administración de Richard Nixon en 1972, cuando buscaba ser reelecto y quería que la política monetaria fuese expansiva. Tuvo éxito en ambas cosas, pues fue reelecto (para luego tener que renunciar) y la Fed mantuvo tasas bajas de interés, abriendo el camino a una etapa de inflación que duró hasta principios de los 1980.

La Fed dice no sentirse presionada por Trump.