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Prueba de poder

La expansión económica actual en los EEUU es el resultado de medidas, algunas de ellas discutibles, tomadas después de la gran recesión de 2008

El poder de la economía será puesto a prueba hoy en las elecciones estadounidenses. Saldrá reafirmado si el partido republicano acrecienta su dominio en el Senado y logra conservar el control de la Cámara de Representantes, y desmentido si ocurre lo contrario. La rama ejecutiva del gobierno ha tomado tantas decisiones controversiales, y antagonizado a tantos segmentos de la población, que sería de esperar que hubiera una vigorosa reacción en su contra de parte de los votantes. Pero es ahí donde la economía interviene, haciendo sentir su influencia a favor del partido gobernante.

Como hemos mencionado en ocasiones anteriores, es importante recordar que las situaciones económicas benefician o perjudican a los gobiernos que haya en ese momento. Salvo casos extraordinariamente evidentes, los votantes no se detienen a evaluar los orígenes de una situación determinada. Si es mala, reaccionan en contra de las autoridades y sus entidades políticas vinculadas. Si es buena, se sienten complacidos y son renuentes a favorecer cambios que puedan alterar las condiciones vigentes.

La expansión económica actual en los EEUU es el resultado de medidas, algunas de ellas discutibles, tomadas después de la gran recesión comenzada en el 2008. No ha sido, por lo tanto, una consecuencia exclusiva de la actuación gubernamental durante los últimos dos años. No obstante, el gobierno recibe el beneficio de la baja tasa de desempleo y del incremento en el gasto público y privado. Las buenas expectativas acerca del desempeño económico provocan que la actitud de los votantes se torne más conservadora, compensando otros factores que pudieran inclinarlos hacia la oposición.

En el récord histórico de su poder para influir sobre eventos políticos, la economía tiene sólidas calificaciones. No es infalible ni invencible, sin embargo, y es a veces superada por otras consideraciones que impactan más en las emociones de los votantes que en sus bolsillos.