Emulación de comportamiento

El legendario Alan Greenspan, quien fuera durante años jefe supremo de la Fed, el banco central de los EE.UU., no concita en estos días la admiración que le rodeaba en su época dorada. El rol de sus decisiones en la creación de la gran recesión del 2008 mermó su prestigio, pero muchas de sus reflexiones y advertencias siguen siendo válidas.

En varias ocasiones hizo referencia al comportamiento de las empresas en diferentes sectores de la economía. Indicó que cuando dicho comportamiento se asemeja, las decisiones corporativas ante determinados eventos tienden a ser similares, lo que acrecienta el peligro de la formación de burbujas especulativas o, en el extremo opuesto, de episodios de desconfianza y pánico. Conviene a la estabilidad económica que eso no suceda, sino que las empresas ubicadas en mercados distintos actúen de forma independiente, a fin de que siempre existan sectores en alza en un momento dado.

Una de las consecuencias más perjudiciales de la política de tasas de interés artificialmente bajas, seguida por los bancos centrales de los principales países desarrollados, ha sido la pérdida de una guía efectiva para las decisiones de inversión de las empresas. Inundadas por dinero barato desvinculado de los niveles de productividad real, se ha facilitado y estimulado un comportamiento similar en esferas económicas disímiles. Y dado que la abundancia ha recaído en la disponibilidad de dinero, ha sido el comportamiento en los mercados de bienes reales el que se ha alineado con el de los mercados financieros, reduciendo de paso su independencia y elevando su exposición a vaivenes procedentes de la especulación. Sucede así que las decisiones de política monetaria llegaron a ser el determinante primordial de la valoración corporativa en muchos sectores, desplazando los factores derivados de la innovación y la productividad, otrora los fundamentos dominantes en dichas valoraciones.

Gustavo Volmar