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Depresión
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Fantasmas de crisis

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Fantasmas de crisis

Después del trauma provocado por la Gran Depresión de la década de 1930, su fantasma fue visto durante años en aulas universitarias, salas de reuniones corporativas, despachos en los bancos, sedes de sindicatos y páginas en publicaciones académicas. Predicciones de su posible recurrencia, frecuentes en artículos, conferencias y seminarios, atemorizaban a inversionistas, obreros, gobernantes, analistas y comerciantes por igual, recientes víctimas de sus terribles consecuencias sobre el empleo, las ventas, la riqueza y la formación de capital. Se intuían señales de su presencia en cualquier dato indicativo de debilidad económica, equivalentes a esas fugaces apariciones que algunos dicen ver de difuntos que se resisten a dejar el mundo material.

El fantasma de otra crisis, calificada ya como la Gran Recesión del 2008 y años subsiguientes, también deambula por muchos de los mismos lugares otrora recorridos por el espectro de la Gran Depresión.

No son pocos los que aseguran que en realidad no ha dejado de existir, y que los informes de su desaparición fueron infundados. Se le presume oculta, al estilo de los virus más recalcitrantes, en los libros contables de las grandes empresas, en los préstamos bancarios, en los riesgos de los derivados financieros, en la oscuridad de las economías emergentes, y en los contratos vinculados a la energía y las materias primas.

Interpretados en ese sentido, eventos y cifras que en otro contexto no hubieran tenido mayor repercusión, son suficientes para hacer caer índices bursátiles, iniciar estampidas de venta de acciones, afectar las cotizaciones de las principales monedas o hacer que autoridades monetarias cambien el rumbo de sus políticas.

Uno de los episodios más recientes arrojó dudas sobre la solidez del Deutsche Bank, el más grande de Alemania, a su vez la mayor economía de Europa, y obligó a ese banco a readquirir acciones para detener la caída de su valor.

gvolmar@diariolibre.com

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