Hoteles vulnerables
En estos tiempos de espanto para el turismo, Kenneth Morrison, profesor universitario en Leicester, en el Reino Unido, recuerda que las penurias de los hoteles se extienden a lo largo de la historia de la humanidad. Guerras y epidemias han sido las causas más frecuentes y devastadoras, pero también han sido afectados por cambios climáticos y transformaciones en las preferencias sociales.
En cuanto a estas últimas, son notorios los grandes hoteles del noreste de los EE.UU., ubicados estratégicamente frente a lagos cristalinos, o en las cimas de montañas con vistas espectaculares. De ser los favoritos de recién casados y elites urbanas de la región, pasaron a ser reliquias abandonadas, o utilizados para otros fines.
Pero en procesos como ésos, la decadencia suele llegar paulatinamente, dando tiempo para que los propietarios reaccionen. El daño provocado por las crisis, por el contrario, es por lo regular veloz e inesperado, como fue el caso de los establecimientos en ciudades como Beirut, Sarajevo, Saigón y Bagdad, golpeados por los conflictos ocurridos en esos lugares.
La vulnerabilidad de los hoteles emana de la propia naturaleza de su negocio. Una vez construidos, están atados a una localidad específica, a diferencia por ejemplo de un barco cuyos itinerarios pueden cambiar de sitio. Aunque pueden proveer servicios ambulantes, como de comida para algún evento o reunión celebrados fuera de sus instalaciones, hay que acudir a ellos para sus actividades como proveedores de alojamiento, centros de convenciones y locales para espectáculos.
Irónicamente, algunos hoteles se hicieron famosos gracias a las calamidades por las que tuvieron que atravesar. Algunos sirvieron como albergue de fuerzas de ocupación, sedes de gobiernos interinos, residencias de monarcas, salas para la prensa y hospitales improvisados, e incluso se les asocia con acuerdos, incidentes y firmas de documentos que dejaron su marca en el curso de los acontecimientos históricos.