Movidos y desplazados
Los reyes palidecen frente a Santa Claus en el mundo occidental
En épocas más simples y menos interesantes, la festividad de los Reyes Magos era importante en nuestro país. Fuese mucho o poco lo que pedían, los niños aguardaban la llegada de ese día con la esperanza de que les pusieran algún carrito, un velocípedo, una bicicleta, un revolver de “mito”, una muñeca, un guante de béisbol y cosas por el estilo. La ropa, sobre todo entre los varones, no era muy popular, y los libros, por supuesto, tampoco. Muchos quedaban decepcionados por no obtener lo que querían, mientras otros recibían lo que deseaban.
Sólo en un evangelio, el de San Mateo, se menciona a los magos, sin decir que fueran reyes ni cuántos eran. Fue cientos de años después que se dijo eran tres, para hacerlos coincidir con los tres productos llevados a Belén, y que se les dieron los nombres que hoy conocemos. Y la costumbre de dar regalos a los niños no empezó hasta el siglo XIX, lo que implica que la tradición de San Nicolás, actual Santa Claus, es más antigua. Hay que admitir, por lo tanto, que la celebración del Día de Reyes se asienta sobre bases teológicas e históricas frágiles, lo que quizás explica que aquí las autoridades eclesiásticas no objetaran su conversión en un día feriado móvil que puede o no coincidir con el 6 de enero, a diferencia de lo sucedido con el día de la Altagracia y otras festividades religiosas. Pero frágil o no, la celebración formaba parte de las tradiciones nacionales, hoy cada vez más sustituidas por hábitos importados con la poderosa ayuda de la publicidad, la televisión y la web.
En términos económicos, los reyes palidecen frente a Santa Claus en el mundo occidental. Debilitados, se les celebra y recuerda aquí y en España, Puerto Rico, México, Argentina, Paraguay, Uruguay y otros lugares, pero también se les critica, igual que a Santa Claus, por las desigualdades económicas que ponen de manifiesto. Esta noche deben salir a desfilar, aunque no sea ya como era antes.
Gustavo Volmar
Gustavo Volmar