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Negocio tras las rejas

No sólo las prisiones en sí pueden ser manejadas por empresas privadas, sino que también pueden serlo los prisioneros

La privatización parece no tener límites. Desde carreteras hasta vuelos espaciales, el sector privado en numerosos países se ha hecho cargo, por un precio, de operaciones antes llevadas a cabo por los gobiernos. Eso incluye también hospitales, escuelas, vigilancia, mantenimiento, recogida de basura, reforestación, conservación de monumentos, iluminación, energía y redes de comunicaciones. E incluye además las cárceles.

En cuanto a éstas últimas, no sólo las prisiones en sí pueden ser manejadas por empresas privadas, sino que también pueden serlo los prisioneros. Dentro de los conceptos de rehabilitación en boga hoy en día, se considera recomendable que los reclusos se involucren en labores productivas. Se indica que ello contribuye a incrementar su autoestima, les da destrezas que podrán utilizar más adelante, y aligeran el costo neto de su permanencia tras las rejas. Una modalidad efectiva empleada con ese propósito es que compañías privadas suplan los equipos, materiales y demás componentes del proceso productivo, paguen un salario a los prisioneros, y se encarguen del mercadeo, distribución y venta de los artículos fabricados.

Pero ocurre que el salario no se compara con el que se paga fuera de los muros del recinto carcelario. En los EEUU, donde puede ser tan bajo como 25 centavos de dólar la hora, organismos defensores de los derechos humanos califican el mecanismo como una forma de explotación de una fuerza laboral cautiva. No hay huelgas ni vacaciones, ni hay que buscarles alojamiento ni guarderías infantiles.

El negocio parece ir viento en popa. Con dos millones de reclusos sólo en los EEUU, un récord histórico equivalente a una cuarta parte del total mundial, la mano de obra no falta. Debido a que las prisiones participan del negocio, hay quienes lo consideran un incentivo para encarcelar a más personas, y mantenerlas en prisión por más tiempo. Esta acusación, sin embargo, no ha sido demostrada de modo concluyente.

Doctor en Economía de Columbia University especializado en empresas, mercados, pronósticos y riesgo.