Nubes cibernéticas
Aunque sepamos que esas nubes están alojadas en servidores, solemos no tener ni la más mínima idea de dónde ellos están ni de quiénes los manejan
La mayoría de las personas saben poco de las nubes, aparte de que dan sombra, se desplazan en el cielo y pueden hacer que llueva. En algunos casos su forma se asemeja a algo conocido, quizás un conejo o una cara. Hay quienes recuerdan algo de su clasificación, en cúmulos, cirros, nimbos y otros tipos. Y son muy ansiadas por los agricultores en tiempos de sequía.
Menos aún que de las nubes celestes se sabe de las nubes cibernéticas, las cuales almacenan datos y programas asequibles por computadoras o teléfonos inteligentes. Su presencia es tan poco evidente que usualmente no nos percatamos de si las estamos o no utilizando. Aunque sepamos que esas nubes están alojadas en redes de computadoras conocidas como servidores, solemos no tener ni la más mínima idea de dónde ellos están ni de quiénes los manejan. Y, más todavía, a pesar de que las usemos con frecuencia, probablemente no veamos ninguna razón por la que debamos preocuparnos por indagar acerca de ellas. Eso así hasta que algo falla y nos afecta.
El pasado lunes 14 de este mes el sistema de verificación de Google sufrió un desperfecto que se sintió a nivel mundial, que afectó servicios como Gmail, Google Drive, Maps, You Tube y la tienda de juegos para equipos Android. La duración del incidente fue breve, apenas 45 minutos, pero sirvió para poner en evidencia los riesgos asociados con depender de la nube. Para nosotros aquí, acostumbrados durante decenios a los apagones y la falta de agua, que se caiga el correo electrónico o no se pueda ver un video puede no lucir como la gran cosa. No obstante, aunque no nos demos cuenta, la incidencia de la nube está por todos lados en nuestras vidas, y cada día más funciones vitales son confiadas a que ella responderá cuando la necesitemos.
Y esa situación se acentuará con el aún incipiente internet de las cosas. Durante el incidente, usuarios de Google Home reportaron no poder prender o apagar las luces de sus casas, ver sus cámaras o escuchar música.