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Procedencia artificiosa

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Procedencia artificiosa

En estos días de diciembre los dominicanos solemos tomarnos algunas licencias dietéticas, confiando enmendarnos a partir de enero. Comemos helados, galletas, tartas, pudines, ponches, flanes y una gran variedad de golosinas de diferentes clases. Y en esas cosas hay un sabor, el más popular de todos, que se destaca por su frecuencia y difusión. Acostumbrados a ella desde que somos niños, la vainilla es parte habitual de nuestras escapadas alimenticias. O, al menos, eso es lo que creemos.

La vainilla es la especia más costosa del mundo después del azafrán. Proviene de una orquídea que de forma espontánea florece con escasa frecuencia y toma cinco años en alcanzar su etapa productiva. Originaria de México, fue llevada a Europa por los conquistadores españoles, y de allí pasó al sur y este de Asia. En la actualidad el 90% de las exportaciones mundiales de vainilla son suplidas por la isla de Madagascar, cercana a la costa suroriental de África, y por Indonesia y la India, teniendo su cultivo un alto grado de labor manual.

Aunque hay quienes lo niegan, el cambio climático está aumentando el número e intensidad de los ciclones, y las regiones productoras de vainilla están en su camino. Uno de ellos el año pasado devastó muchas plantaciones, haciendo que este año su precio subiera por encima del de la plata. Debería haber sido un alza preocupante, pues no sólo es el sabor de la vainilla lo que nos atrae. Su aroma encuentra en jabones, aromatizadores, perfumes, cremas, lociones y esencias, y el incremento en su costo debió hacer subir los precios.

En la práctica, no hay por qué inquietarse. El 95% de la vainilla que se consume en los países occidentales no es ésa natural que sale de la orquídea. Es sintética y se fabrica a partir de carbón, madera, papel, corteza de árboles y petróleo. Es también muy barata. Y por la amplitud geográfica de los lugares donde se elabora, es prácticamente inmune a huracanes y tifones.