Reparaciones ambientales

El tratado ambiental de París, del que los EE.UU. decidieron retirarse, contiene un elemento de compensación por daños causados a la República Dominicana y demás naciones en vías de desarrollo. Ese componente equivale a una reparación por los perjuicios que nos ha causado, y causará en el futuro, el incremento global de la temperatura, provocado esencialmente por las naciones hoy desarrolladas durante los años en que fueron construyendo su actual prosperidad.

Las reparaciones internacionales por daños económicos son una excepción más que una regla, y usualmente ocurren cuando la parte culpable se ve obligada a hacerlo. Tal fue el caso, por ejemplo, de las reparaciones requeridas a Alemania a raíz de su derrota en la primera guerra mundial, o las más antiguas impuestas a Haití por los franceses después de la independencia. Aún en situaciones internas, puede tomar mucho tiempo conseguir compensaciones, como lo demuestra el caso de las tribus indígenas en el territorio estadounidense, a las que se restituyó sólo una fracción del valor de sus tierras y de los recursos del subsuelo. En otros procesos traumáticos, como las lesiones causadas en África, América y Asia por los imperios europeos durante el auge del colonialismo, los reclamos por reparaciones han sido desoídos por las potencias invasoras.

A primera vista, sin embargo, las reparaciones contempladas en el tratado de París podrían parecer fruto de un arrepentimiento genuino, dado que han sido aceptadas voluntariamente por las naciones avanzadas. Pero ocurre que esas naciones sufrirían las consecuencias si los países pobres siguieran su ejemplo, y usaran las mismas fuentes de energía e iguales prácticas agrícolas que ellos utilizaron. El impacto del calentamiento, que ocurre para todos, sería en ese caso mucho más severo aún. Para evitarlo, el fondo de compensación intentará fomentar el uso de energías limpias en países como el nuestro.

Gustavo Volmar