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Robos de energía

La solución implica tomar medidas que serían muy impopulares para los numerosos usuarios que no pagan

Hay un problema que las plantas de Punta Catalina no podrán solucionar. Servirán para fortalecer la capacidad de generación del país y para disminuir el costo promedio de la electricidad producida. Pero por sí mismas no resolverán las pérdidas en la distribución de la energía.

Esas pérdidas, debidas al mal estado de las redes y a la sustracción practicada por muchos usuarios, hacen inviables a las distribuidoras como empresas autosostenibles, pues no hay posibilidad de que sean rentables si no facturan y cobran una tercera parte de la electricidad que suministran. Tal situación es motivo de sorpresa para muchos extranjeros que nos visitan, acostumbrados a que en sus lugares de procedencia ese tipo de delito no existe. Pero la solución implica tomar medidas que serían muy impopulares para los numerosos usuarios que no pagan. Y esa impopularidad se traduce en un costo político que el Gobierno tendría que asumir, sin certeza alguna de que la buena acogida que las medidas tendrían entre los que sí pagan fuese a superar el efecto perjudicial entre los que serían afectados.

Pero no es únicamente aquí donde cosas así suceden. Sin que deba ser motivo de consuelo, laxitud o complacencia, en algunos países productores de petróleo no solo es la electricidad sustraída de las redes, sino que el petróleo es robado de los oleoductos y el gas es extraído de las tuberías.

En México, por ejemplo, datos de la empresa Pemex revelan que el robo de gas genera pérdidas mensuales ascendentes a cerca de 60 millones de dólares. Y el delito va en aumento, pues el número de tomas clandestinas detectadas creció en un 60% de enero a agosto del año pasado. A ello se añade el robo de cilindros a camiones distribuidores. Y eso es sólo el gas, que es más difícil de sustraer que otros tipos de combustibles.

En Nigeria, por otro lado, la situación es mucho peor, pues los drenajes de los oleoductos son ya parte normal de la economía del país.

Doctor en Economía de Columbia University especializado en empresas, mercados, pronósticos y riesgo.