Tramo final
La República Dominicana, igual que la mayoría de las demás naciones, parece estar en una carrera en la cual la meta ya es visible. En esta etapa de la competencia, la cercanía de la meta ayuda a recabar fuerzas para llegar a ella, no es necesariamente la intención llegar antes que todos los otros países, sino alcanzarla en algún momento próximo. Expresiones como estar en la recta final y recorrer la última milla denotan la motivación que se tiene en ese tramo para hacer un esfuerzo adicional.
A pesar de que el objetivo es vencer al COVID-19, la meta tangible es culminar el proceso de vacunación, en el entendido de que los inoculados (o un alto porcentaje de ellos) estarán inmunes por un tiempo suficiente para detener los contagios y bloquear la expansión del virus, aunque en realidad la duración de la inmunidad se desconoce. Asegurar el suministro de las vacunas, formalizar las compras, recibirlas, conservarlas sin que se deterioren y distribuirlas según las prioridades establecidas, son los pasos concretos a dar a fin de traspasar la meta.
En este trecho final, cualquier esfuerzo es admisible, aun cosas que en circunstancias normales no sería aconsejable que hiciéramos. Sabemos que el ritmo de contratación de nuevos financiamientos públicos es insostenible, pero lo aceptamos como un mal necesario para poder continuar con los subsidios salariales y enfrentar los gastos en salud derivados de la pandemia. Y vemos la deuda no sólo como un mal necesario, sino como un mal menor al que sufriríamos si dejamos que se despida definitivamente a una multitud de trabajadores, o si permitimos que las empresas quiebren y la recuperación económica sea más difícil.
En algunos países, expertos y autoridades han advertido a la población que la situación empeorará antes de empezar a mejorar, y la presencia de nuevas variantes más activas del virus no contribuye a que los pronósticos sean menos ominosos. Pero ya estando cercanos al final, el optimismo nos acompaña.