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Urgencia ambiental

Es obvio que lo más urgente debe ir primero. La salud de la población y la reactivación de las actividades económicas representan objetivos de máxima prioridad, requieren la atención de las autoridades gubernamentales. Pero aunque otros asuntos hayan sido colocados temporalmente en un segundo plano por causa de la emergencia sanitaria y sus consecuencias económicas, su importancia intrínseca permanece inalterada. Entre esos asuntos se encuentra el medio ambiente.

No hay duda de que la degradación de nuestros recursos naturales representa un peligro existencial para la supervivencia del país y la viabilidad socioeconómica del Estado Dominicano. Procesos como la erosión de las costas y tierras cultivables, el agotamiento de las fuentes y corrientes de agua, la contaminación atmosférica, la desaparición de especies animales y vegetales, y la deforestación de las zonas boscosas constituyen grandes tragedias cuyos efectos los sufrirán nuestros descendientes, quienes con razón nos calificarán como irresponsables e ineptos. Y a ello se sumarán las implicaciones del cambio climático mundial, que pone en riesgo la viabilidad de nuestra producción agropecuaria y nos amenaza con sequías, inundaciones y devastadoras tormentas, que deterioran el nivel de vida del país y agravan los resultados de la urbanización descontrolada que se ha venido llevando a cabo.

Conviene tener presente que las actividades económicas habitualmente generan costos ambientales. De ahí que aunque la meta primaria pueda ser evitarlos, es preciso crear mecanismos ágiles y efectivos para compensarlos luego de que ocurren. Por ese motivo, es parte de las funciones del Ministerio de Medio Ambiente calcular los efectos ambientales que se derivan de la producción de bienes y servicios, e incluirlos en las cuentas nacionales, a fin de que éstas tomen en cuenta los costos reales incurridos y se recaben de los beneficiarios los montos requeridos para su reparación.

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