El retorno de los Marcos
El hijo de Ferdinand Marcos es respaldado por los votantes
La mayoría de los filipinos no había nacido aún, o tenía menos de ocho años de edad, cuando la dictadura de Ferdinand Marcos llegó a su fin en 1986, hace ya 36 años. Si no fueran suficientes los relatos, ampliamente documentados, de los desmanes, robos y abusos cometidos durante sus 21 años de gobierno, bastaría hacer una visita a un museo para constatar el grado de extravagancia al que ese régimen llegó. En el museo puede apreciarse una parte de los tres mil pares de zapatos que Imelda Marcos, la esposa del dictador, adquirió para su uso personal. A esa colección se suma el dinero y las propiedades que el clan familiar amasó, tanto dentro como fuera del país.
Poco escapaba de sus garras y fauces, según los reportes de los investigadores. Hasta los fondos recibidos de agencias internacionales de ayuda y financiamiento eran sustraídos. Ni tampoco estaban a salvo los recursos del banco central, entidad de la que se estima que la familia Marcos extrajo entre cinco mil y diez mil millones de dólares. La notoriedad de los esposos Marcos a ese respecto les valió ser reconocidos en los record Guinness como los perpetradores del mayor desfalco cometido contra un gobierno, título que todavía conservan. La consecuencia, como es lógico, fue el empobrecimiento del país, inflación de precios y una enorme deuda externa.
A sus hazañas financieras se unió su irrespeto por los derechos humanos, y su disposición a recurrir a métodos represivos para mantenerse en el poder. El principio del fin sobrevino cuando Benigno Aquino, líder opositor, fue asesinado en 1983, lo que despertó una reacción popular que culminó con la fuga de los Marcos hacia Hawái.
En vista de esos antecedentes, parece increíble que el hijo de la pareja, llamado igual que su padre, haya sido respaldado mayoritariamente por los votantes ahora para presidir la nación, con el apoyo del actual presidente, represivo por derecho propio, cuya hija fue la candidata a la vicepresidencia.