Bomba de tiempo
Los gobiernos andan detrás de modelos de salud pública aparentemente funcionales, a fin de poner en marcha esquemas similares en sus países
El costo de la salud pública es una bomba de tiempo colocada en el camino de las economías mundiales. Así lo advierten los expertos en la materia, debido al envejecimiento progresivo de la población y al incremento en las expectativas de vida. Una mayor cantidad de ancianos, combinada con un menor porcentaje de personas en edad de trabajar, perfila un escenario en el que la salud absorberá una porción creciente del PIB, limitando la capacidad para atender otras necesidades.
Esa inquietante perspectiva ha provocado que los gobiernos anden detrás de modelos de salud pública aparentemente funcionales, a fin de poner en marcha esquemas similares en sus propios países. Un ejemplo de ello es la intención del Ministerio de Salud de Chile de utilizar al sistema inglés como referencia, aplicando varias de sus características allá. De hecho, al elaborar el proyecto de una nueva constitución, fue incluido el establecimiento de un Sistema Nacional de Salud de tipo universal, al cual el sector privado podía integrarse.
El sistema inglés ha sido elogiado por autoridades chilenas por ser inclusivo, cubriendo a toda la población sin distinción de categoría socioeconómica. Contiene un primer nivel de atención primaria previo a los tratamientos especializados, pero también, y de gran importancia, pone mucho énfasis en la prevención de las enfermedades, un componente que suele ser deficiente en la mayoría de los países emergentes y subdesarrollados. La prevención actúa como un factor de reducción de costos, siendo alto el retorno sobre la inversión destinada a ese objetivo.
La selección del sistema inglés como modelo no está libre de críticas. Se señala que ese sistema adolece de prolongadas listas de espera, estando este año casi siete millones de personas aguardando ver a un especialista, 355,000 de ellas desde hace más de un año, lo que obliga a contratar seguros privados. Y se añade que más de la mitad de los prestadores de salud pública enfrentan déficits financieros.