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Alzas y bajas

Basta echar una mirada al número de pesos que hay que entregar para conseguir un dólar.

Conversando con un amigo, me comentaba, con ejemplos específicos, que la mayoría de los precios cuando suben no vuelven a bajar. O que si bajan algo, no descienden lo suficiente como para retornar al nivel que tenían antes de que aumentaran. Lo atribuía él a una especie de conspiración en contra de los consumidores, en la cual los comerciantes, fabricantes y hasta el propio gobierno se confabulan para vender más caro y cobrar mayores impuestos a costa de la sufrida población.

En realidad, le dije, no hace falta una conspiración para que eso suceda. Basta echar una mirada al número de pesos que hay que entregar para conseguir un dólar. Fuera de las fluctuaciones de corto plazo, la tendencia ha sido definitivamente alcista a lo largo de los años. En un país como el nuestro, en el que la generalidad de los bienes de consumo son importados, o necesitan para su elaboración de materias primas y componentes importados, las sucesivas alzas del dólar se han reflejado en los precios de todos esos bienes. Y a eso se suma la reducción que con el transcurso del tiempo ha ocurrido en el poder de compra del propio dólar.

Ante ese razonamiento, el amigo me respondió reconociendo que ha constatado que cuando el dólar sube, los precios aumentan con rapidez. Pero añadió que cuando el dólar baja, los precios se mantienen altos o descienden muy lentamente, con la excusa de que los inventarios fueron adquiridos con el dólar más caro.

A ese respecto, es evidente que la experiencia acumulada por productores y distribuidores los ha hecho estar muy pendientes de las alzas en el dólar, pues consideran que con la venta de las mercancías que tienen en existencia, aunque ellas hayan sido adquiridas con el dólar más barato, deben poder reponer sus inventarios. Y debido a que en economías pequeñas y con un exceso de trámites el nivel de competencia es limitado, prevalece la actitud de no apresurar la rebaja de precios cuando el dólar baja, sino esperar a ver qué sucede.

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Doctor en Economía de Columbia University especializado en empresas, mercados, pronósticos y riesgo.