Desborde de la crisis
Hasta cuándo podrá nuestro país mantener su crecimiento mientras continúa el deterioro en Haití
H ace ya algunos años mencioné lo que en una ocasión me dijo un antiguo ministro de relaciones exteriores dominicano. Me relató que durante todo el tiempo en el que ocupó el cargo, oraba diariamente para que no se presentara ninguna crisis grave en el vecino Haití. En su opinión, cualquier otro asunto podía ser manejado a través de los canales diplomáticos disponibles. Pero que cuando de Haití se trataba, esos mecanismos dejaban de funcionar, y pronto la crisis tendía a propagarse para nuestro lado, sea que ella fuese de índole política, militar, social, económica, sanitaria o ecológica.
Ahora, años después de esa conversación y llegado un nuevo aniversario de la independencia nacional, la aprehensión y la ominosa perspectiva a las que el ministro aludía han mantenido su vigencia. De hecho, más bien se han acentuado, a medida que los problemas se han intensificado y que la comunidad haitiana en nuestro país se ha expandido. Si alguien se atreve a elaborar un pronóstico de cómo será la situación dentro de cinco, diez o más años, es probable que describa un panorama sombrío, a menos que sea un optimista empedernido. La capacidad de los seres humanos para escapar de realidades onerosas queda en evidencia a ese respecto, pues aunque reconoce la seriedad de las perspectivas futuras, la colectividad dominicana prosigue con sus actividades normales resignándose a estar impotente frente a los acontecimientos.
Hasta cuándo podrá nuestro país sustentar altas tasas de crecimiento mientras continúa el deterioro en Haití, es una pregunta válida pero difícil de responder. Se podrá lograr en tanto los inversionistas, turistas y prestamistas separen la situación haitiana de la nuestra, y las vean como geográficamente próximas pero funcionalmente diferentes. Cambiará, sin embargo, en el momento en que la conexión entre ambas situaciones se haga más visible y preocupante, modificando los fundamentos que han sostenido la expansión de nuestra economía.