El atractivo del Valle Chilecon (I DE II)

Uno a uno subieron al escenario y lanzaron sus ideas al público. Ahí estuvo el fundador de Kwelia.com, que fabrica software que ayuda a los propietarios a obtener más dinero de sus propiedades. Allí estuvo el cofundador de Chef Surfing, un servicio en línea para las personas que buscan chefs para emplear, y para los magos culinarios probar sus habilidades. Y el creador de Kedzoh, que tienen una aplicación que le permite a las empresas enviar videos cortos de capacitación a sus trabajadores vía sus teléfonos móviles o sus tabletas.
Estos y otras empresas de nueva creación, algunas con nombres elegantemente raros como Chu Shu, Wallwisher e IguanaBee, obtuvieron delirantes aplausos de los emprendedores y los capitalistas de riesgo en el público. Para su corresponsal, que reside en el Valle Silicon, todo le pareció muy familiar. Sin embargo, esta escena tuvo lugar en Chile, una nación mejor conocida por su minería de cobre y vino barato que por la innovación.
Muchos países han tratado de crear su propia versión del Valle Silicon. Casi todos han fracasado. Sin embargo el intento de Chile es interesante debido a que explota los puntos débiles originales del Valle Silicon - el odioso sistema de inmigración de los Estados Unidos. Cuando el hogar de libre empresa rechaza a los emprendedores, Chile les da la bienvenida.
"Start-Up Chile" es la creación de Nicolas Shea, un hombre de negocios chileno que trabajó brevemente en el gobierno. El programa selecciona empresas jóvenes prometedoras y les da a sus fundadores el equivalente a $40,000 y visa por un año para que desarrollen sus ideas en Chile. Desde el 2010, cuando "Start-Up Chile" empezó, unas 500 compañías y casi 900 emprendedores de un total de 37 países han participado. Start-Up Chile también le ha dado dinero a los chilenos (ver gráfico).
Dice Shea que él se inspiró en su experiencia en los Estados Unidos, donde estudió en la Universidad de Stanford, una fuente de empresas de nueva creación de alta tecnología. "Vi a muchas personas inteligentes ser despedidas de los Estados Unidos porque no lograban obtener las visas para permanecer", dice él. "Y pensé, ¿por qué no traer a algunos de ellos a Chile?"
Al igual que otros países, entre ellos Brasil y México, Chile desea establecerse como el centro del emprendimiento de América Latina. Ha lanzado programas gubernamentales de financiamiento con capital semilla para respaldar empresas de nueva creación nacionales y facilitar el establecimiento de nuevas compañías. Vía Start-Up Chile también ha importado emprendedores extranjeros, con la esperanza de que inspiren a los locales.
Tornándose práctico en los Andes
El programa ha sido un éxito con los extranjeros, lo que no es de sorprender: crean sus negocios con los pesos de los contribuyentes chilenos sin tener que renunciar al capital. Muchos deliran acerca de su tiempo en el país, donde pueden escribir sus códigos de software mientras toman Pisco Sours (la bebida local favorita) e intercambian ideas con sus pares. "La onda es muy californiana aquí", dice John Njoku, un estadounidense que fundó Kwelia.
Las compañías utilizan el efectivo en muchas maneras y propósitos. TOHL, una empresa de nueva creación que produce tubería flexible que puede ser desplegada desde helicópteros para distribuir agua en lugares difíciles de acceder o en zonas de desastre, dice que ha gastado el dinero en cosas tales como probar su nuevo sistema con una compañía minera chilena y para adquirir una patente.
Start-Up Chile tiene como objetivo haber incubado 1,000 nuevas empresas para finales del próximo año, a un costo de $40 millones. Ya ha producido algunos éxitos tales como CruiseWise, un servicio en línea de reservación de cruceros, que ha logrado recaudar capital de otras fuentes. Sin embargo, realmente debe ser juzgado por las dos medidas establecidas por el gobierno de Chile. ¿Se ha incrementado el perfil de Chile en el exterior como un centro de emprendimiento? Y ¿se han inspirado los chilenos para empezar sus propios negocios?
Juzgando en términos de la primera medida, el programa sin duda ha sido exitoso. Su director ejecutivo actual, Horacio Melo, y sus colegas regularmente viajan por todo el mundo celebrando reuniones para estimular a los emprendedores a venir a "Chilecon Valley", como el centro ha sido inevitablemente apodado. Empresas de nueva creación de unos 60 países aplicaron para la última ronda de subvenciones. El experimento chileno ha despertado interés en otros lugares: Brasil está planeando lanzar un programa similar para atraer talento extranjero a sus costas más tarde este año. "La parte de relaciones públicas de Start-up Chile ha tenido mucho más éxito del que soñamos," dice Juan Andrés Fontaine, un exministro de economía quien dio la luz verde a la idea de Shea.
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De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com
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