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Apertura de Cuba representa una amenaza para el turismo de sus vecinos caribeños

La oleada de visitantes estadounidenses hacia La Habana podría privar a otras islas de la región de dólares vitales. La vista de la bandera de las barras y las estrellas izándose sobre la recién abierta embajada estadounidense en Cuba la semana pasada fue una de las señales más visibles hasta el momento del acercamiento diplomático entre los antiguos enemigos.

Si el presidente Barack Obama se sale con la suya, el Congreso estadounidense pronto irá aún más lejos y levantará el embargo comercial y las restricciones de viaje hacia la isla, los cuales llevan en pie 55 años.

Semejante medida sería de una gran ayuda para la economía cubana, sobre todo porque desataría un torrente de turistas estadounidenses, con mucho dinero para gastar, hacia la isla, la cual en gran medida ha padecido la ausencia de estos visitantes durante más de medio siglo.

Sin embargo, esto podría resultar desastroso para algunas de las pequeñas islas del Caribe que dependen mucho del turismo. Podrían sufrir el hecho de que gran parte del turismo estadounidense del que han llegado a depender se vaya hacia el gran — y posiblemente más barato — nuevo competidor vecino.

Un documento de trabajo del FMI publicado en 2008 decía que una hipotética apertura de Cuba a los turistas estadounidenses representaría un “cambio radical” en la industria turística del Caribe.

“Un impacto semejante que afecta toda la industria se produce una vez en 100 años”, decía el documento. Advertía que la excesiva dependencia de algunos países de los turistas estadounidenses los hacía “vulnerables” a un “shock de oferta” semejante, y potencialmente enfrentarían una disminución a largo plazo.

El principal pronóstico del documento del FMI era que una Cuba libre de embargo atraería a 3 millones de turistas estadounidenses al año, convirtiendo al país en el destino más grande de la región para los estadounidenses.

Para ser justos, no todos estos turistas serían arrebatados de sus vecinos. En primer lugar, el FMI estima que la apertura de Cuba aumentaría el número total de visitantes en el Caribe de un 2 a un 11 por ciento.

En segundo lugar, Cuba enfrentaría algunas limitaciones de oferta a corto plazo a medida que construye su infraestructura turística para enfrentar una afluencia de tal magnitud.

La evaluación de 2008 del FMI (que no ha sido actualizada) sugería que Cuba tenía un “sustancial” exceso de capacidad, con suficientes habitaciones de hotel para alojar al doble de los turistas que recibía en esos momentos.

Sin embargo, 3 millones de turistas adicionales hubieran implicado un aumento de tres veces más de los 1.4 millones que atraía en aquel momento, lo que implicaría que algunos de sus visitantes canadienses y europeos serían desplazados, muy posiblemente hacia otras islas del Caribe.

Sin embargo, los números han cambiado un poco desde la evaluación del FMI. Las llegadas de turistas a Cuba se han más que duplicado hasta alcanzar 3 millones al año, pero su capacidad también ha aumentado.

Sin embargo, las cifras del año 2008 proporcionadas por el FMI, las cuales toman en cuenta sus pronósticos de desplazamiento de turistas no estadounidenses desde Cuba conforme llegan los estadounidenses, todavía pueden ser reveladoras. Y no son agradables.

El documento predijo caídas en el número de visitantes del 35.5 por ciento para las Islas Vírgenes estadounidenses, del 31.1 por ciento para las Bahamas, del 29.9 por ciento para las Islas Caimán y del 29.7 por ciento para Aruba.

También se pronosticaron disminuciones del 18 por ciento o más para Anguila, Islas Turcas y Caicos, Bermudas, Islas Vírgenes Británicas, Belice, Jamaica, San Cristóbal, Panamá, San Martin, Costa Rica y el balneario mexicano de Cancún.

Sorprendentemente, también había un puñado de ganadores, se pronosticaba que Martinica y Guadalupe atraerían una cantidad mayor de turistas de habla francesa desplazados de Cuba que la cantidad de turistas estadounidenses que perderían.

Sin embargo, para algunos de los perdedores, el impacto podría ser doloroso. La pequeña isla de Aruba, ubicada a 29 kilómetros de la costa de Venezuela, genera el 88.4 por ciento de su producto interno bruto a partir del turismo, la cifra más alta en el mundo, según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, un organismo comercial.

Cierto número de otros estados del Caribe, incluyendo las Islas Vírgenes Británicas, Anguila y las Bahamas también están entre los diez países más dependientes del turismo en el mundo ya que más del 40 por ciento del PIB de estos países es generado por el sector turístico.

Varios estados del Caribe ya tienen cargas de deuda importantes y calificaciones crediticias relativamente bajas, y países como las Bahamas, Barbados y Trinidad y Tobago están bajo la vigilancia negativa de al menos una agencia de calificación.

Claudia Calich, gerente de deuda de mercados emergentes para M&G Investments, dice que aún no le preocupa la deuda soberana de la República Dominicana, un país que recibe 6 millones de turistas al año y otro de los países que el FMI consideró un pequeño ganador neto en el caso de la apertura de Cuba.

Pero dice que el análisis “ha reforzado mis preocupaciones sobre el crédito de las islas más pequeñas, como Aruba y las Bahamas”.

Sin embargo, David Scowsill, director ejecutivo del Consejo Mundial de Viajes y Turismo, se encuentra más optimista.

Su evaluación es que la industria cubana del turismo ya opera prácticamente a su plena capacidad, puesto que el número de visitantes aumentó un 5 por ciento el año pasado (lo que representó el 10.4 por ciento del PIB) y ha aumentado un 14.3 por ciento en lo que va del año.

Además, al país le tomará tiempo construir los hoteles y otras infraestructuras necesarias para acomodar más turistas, a pesar de que probablemente podría albergar más barcos de crucero, los cuales no dependen de las camas de hotel.

Esto significa, al menos por el momento, que un aumento de los visitantes estadounidenses esencialmente desplazaría a los visitantes no estadounidenses, los cuales podrían ser aprovechados por las islas vecinas.

“No veo ningún impacto negativo, al menos no durante los próximos dos o tres años”, dice el Sr. Scowsill.

En general, el Sr. Scowsill señala que el turismo en el Caribe sigue aumentando, lo cual significa que habrán más ganadores que perdedores — sea cual sea la decisión del Congreso estadounidense.

(c) 2015 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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