Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Finanzas

Censura china se extiende más allá de sus fronteras

Las compañías y universidades occidentales tienen fuertes incentivos para no ofender a Beijing

Expandir imagen
Censura china se extiende más allá de sus fronteras
El comisionado de a NBA, Adam Silver, en rueda de prensa antes de un juego de pretemporada de NBA entre Rockets de Houston y los Raptors de Toronto en Saitama, cerca de Tokio.

Cuando Xi Jinping se dirigió a los líderes africanos en Beijing el año pasado, su discurso contenía una fórmula muy china: los cinco “no se debe”. En realidad, las cinco cosas que China no va a hacer pueden resumirse en una sola promesa. A diferencia de los occidentales mandones, China nunca les diría a los africanos cómo manejar sus propios países. O sea, “no habría interferencia en los asuntos internos de los países africanos”.

Este principio de no interferencia ha sido fundamental para la política exterior china desde la década de 1950. Pero a medida que el gobierno de Beijing se vuelve más asertivo en todo el mundo, cada vez es más claro que lo que estamos viendo es una política de “no interferir” con características chinas.

Un incidente la semana pasada destacó que, en realidad, China se siente perfectamente autorizada para interferir cuando los extranjeros expresan puntos de vista que le desagradan a Beijing. Un tuit a favor de Hong Kong del gerente general de los Rockets de Houston condujo a un enfrentamiento entre China y la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA) de EEUU, lo cual resultó en la retirada de juegos de la NBA de la televisión estatal china.

Esto se convirtió en una disputa de alto perfil porque se trataba de EEUU y de deportes. Pero se ajusta a un patrón familiar. Los países y las compañías extranjeras ahora tienen que lidiar con los esfuerzos chinos para controlar su discurso en una gama cada vez mayor de temas tabú, incluyendo el Tíbet, Taiwán, Xinjiang, Hong Kong, la historia china reciente, los derechos humanos y los reclamos territoriales de Beijing en el Mar Meridional y Oriental de China.

A medida que China se vuelva más poderosa y más paranoica — y ya que se cierne una confrontación con Hong Kong — el número de estos enfrentamientos aumentará. Por lo tanto, los gobiernos occidentales tendrán que pensar mucho más sistemáticamente sobre cómo responder. De lo contrario, descubrirán que sus libertades se erosionarán rápidamente.

Sería un error acusar al Sr. Xi de hipocresía cuando defiende la no injerencia. El presidente chino es sinceramente indiferente sobre si un país extranjero es una dictadura o una democracia. Insistir en que los países no puedan tener puntos de vista sobre los sistemas políticos internos de los demás es un mecanismo de defensa vital para el Partido Comunista de China, ya que evita la presión externa sobre los derechos humanos o el Estado de derecho.

Beijing argumenta que los extranjeros que expresan opiniones sobre un tema delicado, como Hong Kong, están interfiriendo en los asuntos internos de China. Y ahí es donde comienza la interferencia en la libertad de expresión en el Occidente. Esto es mucho más que un esfuerzo para evitar que los extranjeros se paren en la Plaza Tiananmen y griten “libertad para Hong Kong”. Los esfuerzos de China para controlar y censurar el discurso dentro de su país se están internacionalizando gradualmente, alcanzando a corporaciones extranjeras, medios internacionales, salones de seminarios y campus universitarios occidentales, y hasta a las declaraciones y políticas de gobiernos extranjeros.

Hace veinte años, era bastante fácil ignorar las tácticas de presión de China. Pero el tamaño masivo del mercado chino ha provocado que las compañías occidentales sean cada vez más cautelosas con respecto a ofender a Beijing. La NBA rápidamente buscó calmar la disputa y el tuit ofensivo fue eliminado. Esa misma semana, Apple retiró una aplicación que estaba ayudando a los manifestantes de Hong Kong a evadir a la policía. China es el tercer mercado más grande de Apple.

Éstos son sólo los ejemplos más recientes. Otras compañías que se han doblegado ante la presión de Beijing incluyen los hoteles Marriott y United Airlines, los cuales fueron acusados de alentar la idea de que Taiwán es un país separado.

Las compañías multinacionales pueden argumentar que necesitan mantenerse fuera de la política. Pero es una postura mucho más difícil de adoptar para las organizaciones de medios y para las universidades, para quienes la libertad de expresión y el debate son fundamentales.

Cuando se trata de los medios de comunicación y las instituciones académicas, Beijing usa tanto las visas como el acceso al mercado como arma. Si un especialista de China no puede entrar al país, eso puede arruinar su carrera. Por lo tanto la presión para autocensurarse es enorme.

El incentivo para no ofender al gobierno chino se extiende tanto a organizaciones como a individuos. Muchas compañías de medios occidentales tienen (o tenían) ambiciones de participar en el mercado chino. (El Financial Times tiene un sitio web en idioma chino que actualmente está parcialmente bloqueado en China).

Muchas universidades occidentales han abierto un campus o establecido una sociedad conjunta dentro de China. Pero la importancia de los estudiantes chinos como fuente de ingresos significa que incluso los académicos ubicados en EEUU, Australia y Europa están bajo presión.

Un profesor de política en una universidad británica me dijo recientemente que las autoridades de la universidad le habían preguntado si podía quitar un cartel del “hombre del tanque” de la Plaza Tiananmén de la pared de su oficina porque podría ser ofensivo para los estudiantes chinos. Él se negó. Pero el mismo hecho de que se lo pidieran fue revelador.

Por el momento, la reacción de las instituciones occidentales a la presión china suele ser casual e improvisada. Pero, dado que es probable que el problema se vuelva más intenso, eso debería cambiar. Hubo un intento de redactar algunos principios en un informe para la Institución Hoover, destacando la necesidad para que las organizaciones occidentales sean transparentes sobre los tratos con China y para que exijan un trato igualitario para los académicos chinos y occidentales.

Es hora de que los cinco “no se debe” del Sr. Xi coincidan con algunos “no se debe” occidentales, incluyendo un decisivo “no se debe” ante las restricciones a la libertad de expresión.

©The Financial Times Ltd, 2019. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribuido o modificado de manera alguna. Diario Libre es el único responsable por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabilidades por la precisión o calidad de la traducción.?

TEMAS -