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Cómo Goldman Sachs pasó de ser deslumbrante a ser aburrido

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Cómo Goldman Sachs pasó de ser deslumbrante a ser aburrido
Goldman Sachs. (ARCHIVO.)

¿Se trata sólo de una caída temporal? Los financieros definitivamente esperan que así sea.

Hace una década, Goldman Sachs reportó que el rendimiento sobre el capital (ROE, por sus siglas en inglés) de sus accionistas comunes había alcanzado un deslumbrante 39.8 por ciento. Simbolizaba una edad dorada: en 2006, mientras que los mercados estaban experimentando una bonanza, el poder — y las ganancias — de los grandes bancos parecían imparables.

¡Cómo cambian los tiempos! Esta semana, los bancos estadounidenses revelaron resultados desalentadores, con las ganancias de los cinco mayores bancos cayendo un 16 por ciento interanual. Pero Goldman estaba en una situación aún peor: la utilidad neta fue 56 por ciento menor, mientras que el rendimiento sobre el capital, una medida clave de la rentabilidad, fue del 6.4 por ciento, incluso por debajo de la media del sector en 2015, la cual fue del 10.3 por ciento.

Un banco que alguna vez fuera tan experto en ‘succionar’ ganancias, por lo cual se le llamó “calamar vampiro” (cortesía de la revista Rolling Stone), está produciendo rendimientos más comúnmente asociados con una empresa de servicio público. La frase “babosa aplanada” puede parecer apropiada.

¿Se trata sólo de una caída temporal? Los financieros definitivamente esperan que así sea. Después de todo, ellos señalan, los resultados de esta semana presentaron algunos puntos ligeramente más optimistas. Ninguno de los bancos de EEUU realmente se fue a la ruina durante el primer trimestre del año, a pesar de que los mercados oscilaron de manera dramática; las reformas posteriores a la crisis han mejorado los controles de riesgo y las reservas.

Mientras tanto, la banca en EEUU parece estar más saludable que en Europa, donde el proceso de reforma ha sido más lento. La calidad crediticia de los bancos estadounidenses, fuera del sector energético, no parece alarmante. Los márgenes de interés netos están aumentando ligeramente, después de numerosos años de descenso, debido a que la Reserva Federal (Fed) ha elevado las tasas.

Es probable que los resultados del último trimestre hayan estado deprimidos por problemas geopolíticos temporales, como la incertidumbre empresarial sobre el “Brexit “; las elecciones en EEUU; los precios del petróleo; y la economía china. Una vez que esta intranquilidad desaparezca a finales de este año, los rendimientos pueden recuperarse; los analistas anticipan que el rendimiento sobre el capital de Goldman, por ejemplo, se elevará a cerca de un 10 por ciento a finales de este año. “El mercado parece estar ligeramente frágil”, dijo Harvey Schwartz, su director financiero. A lo cual agregó: “Pero parece que ya ha quedado atrás”.

Quizá sea así. Pero incluso si se justifica este “optimismo”, nadie debe ignorar el cambio cognitivo. Después de todo, hace una década, un ROE del 10 por ciento en Goldman Sachs se consideraba un desastre, no un alivio. Así es que tal vez la lección más importante de esta semana es la siguiente: si los reguladores estadounidenses habían esperado hacer que los bancos se vieran realmente aburridos — no deslumbrantes — en esta era posterior a la crisis, actualmente están teniendo mucho más éxito del que nadie pudiera haber anticipado.

No es la primera vez que esto ha ocurrido. En la década de 1920, las finanzas estadounidenses también eran deslumbrantes. De hecho, los rendimientos eran tan altos que los economistas Thomas Philippon y Ariell Reshef estimaron que el salario medio de un banquero era 1.6 veces mayor que el de otras profesiones en 1928. En un interesante giro histórico, esa misma correlación se observó en 2006.

Pero cuando ocurrió la crisis de 1929, los bancos quebraron y el sector financiero posteriormente se convirtió en algo más similar a una empresa de servicio público: tanto es así, que entre los años 1940 y 1960 la proporción del pago de los banqueros estaba más cerca de ser 1:1. Una regulación más estricta fue una de las razones de que esto ocurriera. Otro factor — que recibió mucha menos atención — responsable de la reducción de los rendimientos de los bancos fue el hecho de que las tasas de interés reales en EEUU y en el Reino Unido se mantuvieron ligeramente negativas durante los años de la posguerra mediante una política conocida como “represión financiera”.

El patrón no es idéntico en esta ocasión, ya que no existe un control estatal sobre las finanzas que sea remotamente similar. Pero una restricción regulativa también está en camino; la globalización financiera está en retirada; y las tasas de interés reales son negativas en algunos mercados. Y, a diferencia de la década de 1950, los bancos también están siendo afectados por la tecnología del Internet y por los bancos en la sombra. Los salarios también están declinando: en la actualidad, la compensación total en Goldman Sachs es un 40 por ciento menor que hace un año, lo cual refleja una tendencia de la industria.

Los críticos de Wall Street — como Bernie Sanders, el oponente de Hillary Clinton en las elecciones primarias demócratas — ciertamente no derramarán ni una lágrima por esto. Tampoco lo harán algunos accionistas, quienes sostienen que los bancos necesitan recortar la paga aún más si es que desean, en alguna ocasión, aumentar su ROE. Y algunos reguladores, tales como Thomas Hoenig, vicepresidente de la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), temen que el proceso de reforma todavía está incompleto, particularmente dado el continuo poder de los grandes bancos. De hecho, como lo señaló el economista Henry Kaufman, una ironía del mundo posterior a la crisis es que los grandes bancos se han vuelto relativamente más grandes: las diez mayores instituciones bancarias controlan el 80 por ciento de los activos estadounidenses.

Sin embargo, si los financieros o los enojados políticos quieren experimentar algo más emocionante en las finanzas actuales, debieran dirigir su atención hacia los gestores de activos, en particular hacia los bancos en la sombra. Ahí es donde algunos financieros todavía están obteniendo rendimientos de un 40 por ciento. En el aburrido mundo de hoy en día, pocos tienen mucho de qué presumir, especialmente si solían trabajar en Goldman Sachs.

Por Gillian Tett(c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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