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EE.UU. rechaza el mundo que creó

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EE.UU. rechaza el mundo que creó
Casa Blanca. (FOTO ARCHVIO)

Trump exige cambios, pero rechazar un orden global basado en reglas es potencialmente peligroso

El “orden global basado en reglas” es una frase que induce bostezos, pero representa algo importante. Todos los países del mundo, excepto algunos estados canallas, se relacionan entre sí de acuerdo con un conjunto acordado de reglas legales, económicas y militares. Si se ignorasen o invalidaran, podría estallar la confusión y el conflicto. Algunos países no occidentales han creído por mucho tiempo que la frase autoriza la dominación global de EE.UU.. Dado que EE.UU. prácticamente escribió las reglas, podría asumirse que el sistema podría estar sesgado a favor de EE.UU..

Pero Donald Trump no lo ve de esa manera. El presidente de EE.UU. piensa que extranjeros astutos han manipulado el sistema internacional, por lo que ahora EE.UU. comercia en desventaja masiva y los tribunales internacionales le obligan a aceptar decisiones hostiles. En temas de seguridad, el Sr. Trump se queja de que EE.UU. gasta miles de millones dando protección económica a aliados ingratos. Está demandando un cambio.

“Si lo rompes, es tuyo”, dice el eslogan en tiendas de cerámica. Pero cuando se trata del orden global basado en reglas, la opinión de la administración de Trump parece ser, “Ya no es nuestro, así que vamos a romperlo”. EE.UU. se está volviendo en contra del mundo que creó y las consecuencias son impredecibles y potencialmente peligrosas.

El próximo año será una gran prueba de hasta qué punto está dispuesta a llegar la administración de Trump conforme inicia potencialmente un ataque múltiple al sistema de comercio internacional: exigiendo cambios radicales al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), obstaculizando a la Organización Mundial del Comercio (OMC), e imponiendo aranceles a los productos chinos. Podrían surgir tensiones fácilmente este año entre EE.UU. y Corea del Sur, o dentro de la alianza de la OTAN, lo cual pondría en duda el compromiso de EE.UU. con las reglas que rigen la seguridad mundial.

La pregunta subyacente es cómo se verá el mundo, después de unos años de una administración estadounidense comprometida con un cambio radical en el sistema internacional.

En términos generales, hay cuatro posibilidades. La primera es que EE.UU. consiga los cambios que desea y el sistema sobreviva, de una forma modificada, con EE.UU. aún como el claro líder mundial. La segunda opción es que surja un nuevo sistema donde el resto del mundo siga operando bajo reglas multilaterales e ignorando, en la medida de lo posible, el unilateralismo de EE.UU.. La tercera posibilidad es que la retirada de EE.UU. produzca a un colapso del orden basado en reglas...y por lo tanto un caos general. La cuarta opción es que EE.UU. esté satisfecho con cambios esencialmente cosméticos, y el sistema continúe tal y como está ahora.

Es demasiado pronto para saber cuál de estos escenarios prevalecerá. La administración Trump argumentaría que lo la opción uno — un sistema cambiado, aún liderado por EE.UU. — ya está en curso. Canadá y México han iniciado negociaciones para revisar el TLCAN. Los miembros europeos de la OTAN están aumentando su gasto militar. China probablemente hará concesiones comerciales, si enfrenta suficiente presión.

Sin embargo, están surgiendo elementos de la opción dos: un mundo sin EE.UU.. Cuando la administración Trump se retiró del acuerdo comercial del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), los otros 11 miembros decidieron seguir adelante sin EE.UU.. La semana pasada, Sr. Trump indicó que EE.UU. podría unirse a un TPP revisado, pero es probable que sea demasiado tarde para eso. Mientras tanto, la Unión Europea se ha visto fortalecida por la retórica anticomercial del Sr. Trump y está cerca de concluir acuerdos comerciales con Japón y con Mercosur, el bloque de naciones sudamericanas. Asimismo, China está avanzando con su iniciativa Un Cinturón, Una Ruta, cooperando con otras naciones para crear infraestructura en Eurasia y el Pacífico.

Sin embargo, EE.UU. es demasiado importante para construir un nuevo orden mundial eficaz sin su participación. Es por ello que también hay argumentos fuertes para la opción tres: el caos.

Si la administración de Trump continúa bloqueando el nombramiento de jueces ante el tribunal de apelaciones de la OMC, todo el sistema de comercio mundial pagará un precio. También hay ciertas funciones que EE.UU. desempeña — en particular, proporcionando músculo militar y la moneda de reserva mundial — que son imposibles de replicar en las circunstancias actuales. Si EE.UU. retirara sus garantías de seguridad en el Pacífico, por ejemplo, los esfuerzos combinados de Japón, India y Australia no llenarían el vacío. Y ni el euro ni el renminbi están listos para servir como moneda de reserva mundial, incluso si la gestión del dólar por parte de EE.UU. se volviese irresponsable.

Pero el hecho de que aún no haya ocurrido nada muy grave proporciona algunas pruebas para la opción cuatro, en la que EE.UU. se contenta con cambios cosméticos que le permiten al Sr. Trump reclamar algunas “victorias”. Las grandes empresas en EE.UU. podrían rebelarse si la administración Trump intentara acabar con el TLCAN. Y, no importa lo que diga el Sr. Trump, EE.UU. obtiene ventajas políticas y de seguridad al desempeñar el rol de “policía mundial” y no las abandonará a la ligera.

Esos factores me hacen pensar que el cambio cosmético será el resultado más probable de los ataques de la administración de Trump al orden global basado en reglas. Pero EE.UU. está jugando un juego de alto riesgo. Los gestos nacionalistas siempre pueden provocar respuestas nacionalistas, particularmente de un poder en ascenso, como China. Es posible que el Sr. Trump realmente no tenga la intención de acabar con el orden global actual. Pero podría hacerlo accidentalmente.