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Democracia
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El problema de la democracia en EE.UU. y Reino Unido

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El problema de la democracia en EE.UU. y Reino Unido
Donald Trump, presidente de EE.UU. (FOTO DE VIDEO AFP)

Estas dos sociedades rígidas están plagadas por la desigualdad, ideas erróneas con respecto a las habilidades de sus trabajadores y la complacencia.

Lionel Jospin, el ex primer ministro francés, dijo: “Sí a una economía de mercado, no a una sociedad de mercado”. Cualquiera que esté intentando entender por qué EEUU y Gran Bretaña han sido asediados por el populismo más que otras democracias deben recordar sus palabras.

No hay dos sociedades occidentales más “mercantilizadas” que EEUU y el Reino Unido. Vivimos para consumir. Hay peores destinos, pero el precio que pagamos es que nos olvidamos del valor de otros factores como el valor intrínseco de una democracia liberal. El declive surge cuando creemos en la propaganda que nosotros mismos hemos creado.

La cumbre de la arrogancia de la democracia anglo-estadounidense surgió durante la administración de George W Bush después de los ataques terroristas en septiembre de 2001 en EEUU. Apoyado por Tony Blair, el Sr. Bush anunció que exportaría la democracia a la fuerza al Medio Oriente. Alemania y Francia eligieron no participar, una decisión que parece cada vez más sabia conforme pasa el tiempo. Gran parte del cinismo antisistema en EEUU y Gran Bretaña surgió durante la guerra de Irak. Pero eso palidece en comparación con el triunfalismo de una generación del capitalismo estadounidense y británico.

Durante la revolución Reagan-Thatcher a principios de la década de 1980, las dos principales democracias angloparlantes reactivaron su motores de crecimiento y pusieron fin a los temores de un malestar económico permanente. Ambos reaccionaron correctamente en contra de los controles de precios y las protestas de los trabajadores de la década de 1970. Sin embargo sobrecorrigieron.

¿Cómo le asignas un valor a la democracia? A pesar de su estancamiento, Francia ha hecho un mejor trabajo sirviendo a sus ciudadanos más pobres que sus rivales anglosajones. El nivel de desigualdad de ingresos de Francia es menor que el de EEUU y el Reino Unido, los cuales se encuentran en la cima del “coeficiente de Gini”, el cual es una medida de desigualdad de ingresos. En el club de países desarrollados de la OCDE, sólo Chile y México tienen una peor calificación que EEUU. Lo que se aplica a Francia se aplica aún más a Alemania que parece estar lista para reelegir a un gobierno moderado en septiembre.

Ambos países están muy conscientes de su propia vulnerabilidad a sucumbir a su propia arrogancia. Emmanuel Macron, el presidente de Francia, tiene planes de implementar una serie de reformas del mercado laboral, parecidas a las de Margaret Thatcher, que seguramente pondrán a prueba su probable mayoría. El mes pasado, un tercio de los votantes en su país votaron por Marine Le Pen, su rival neofascista. En Alemania, aun si gana fácilmente Angela Merkel, el país se encuentra rumbo a su primera elección de la posguerra en la que un partido de ultraderecha probablemente obtenga el 5 por ciento necesario para ganar escaños en el Bundestag.

Pero éstos son problemas de nivel inferior comparado con los que enfrentan EEUU y el Reino Unido. ¿Por qué se encuentran en tantas dificultades? Hay tres razones.

La primera es que se creyeron su propia propaganda. Ningún otro país ha hecho más para promover su meritocracia que EEUU y el Reino Unido. Sin embargo están compitiendo por uno de los peores récords de movilidad de ingresos en el mundo occidental. Es asombroso que según algunas medidas es más difícil ascender en la escalera de ingresos en EEUU que en el Reino Unido, donde rige el clasismo. Sin embargo la sociedad del Reino Unido supuestamente había cambiado mucho desde la era Thatcher. La sociedad sin clases de EEUU y la sociedad post-clasista de Gran Bretaña son las sociedades más rígidas con respecto a este aspecto crítico.

La segunda es que las élites angloparlantes han perdido la confianza de la mitad de sus constituyentes. EEUU y Gran Bretaña sufren de una falsa ilusión con respecto al valor de las cualificaciones. A menudo confunden el tener un título universitario con tener habilidades. Aquellos sin diplomas supuestamente no son calificados. El norte de Europa entiende más esta distinción. En Alemania, la labor vocacional conlleva dignidad. En EEUU y el Reino Unido no tener un título universitario es equivalente a ser un perdedor. No es de extrañar que los menos educados — y los más despreciados — hayan votado por Donald Trump y el Brexit. El peligro es que ambos resultados electorales nos alejan aún más allá de una verdadera solución.

La tercera es que ambos países carecen de una memoria histórica de fallos del sistema. EEUU y Gran Bretaña se destacan entre las democracias occidentales por no haber sido afectadas por una ocupación ni revolución en el siglo XX. Entre más estable es una sociedad, más complaciente se vuelve. Sólo los paranoicos sobreviven en el mundo de los negocios. Lo mismo se puede decir de los sistemas políticos establecidos. En los mercados esto es conocido como un “Momento Minsky”: el momento en que los precios de los activos han estado estables durante tanto tiempo que los inversores asumen un mayor riesgo. Las élites estadounidenses y británicas han desestimado la importancia de la confianza del público. Su castigo es merecido y de larga data.

Por Edward Luce (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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