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Hong Kong es un fracaso para Xi Jinping

La revuelta plantea dudas sobre el proyecto del presidente chino

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Hong Kong es un fracaso para Xi Jinping
Xi Jinping, presidente de China.

La situación en Hong Kong es una pesadilla para Xi Jinping. El presidente de China ha convertido la restauración del poder y la dignidad de su país en el tema central de su presidencia. Pero parte del territorio soberano de China ha caído en una anarquía violenta.

Las universidades se han convertido en campos de batalla. Los manifestantes están lanzando cócteles molotov a la policía, pero parecen contar con un fuerte apoyo de la población. Las tropas chinas han aparecido en las calles, pero hasta ahora sólo para ayudar a despejar las carreteras. Desplegar a las tropas contra los manifestantes podría hundir a Hong Kong en una insurrección a largo plazo, similar a Belfast en la década de 1970 o Argel en la década de 1950.

El Sr. Xi podría argumentar plausiblemente que la crisis inmediata no es su culpa. La chispa para las primeras manifestaciones en junio fue la presentación de un proyecto de ley que hubiera permitido la extradición de sospechosos criminales de Hong Kong a China continental. Según la mayoría de los informes, ésa fue una idea impulsada por Carrie Lam, directora ejecutiva de Hong Kong. Cuando Beijing vio la profundidad de la oposición, intentó reaccionar con sensatez suspendiendo el proyecto de ley. Pero, en ese momento, el movimiento de protesta había ampliado sus objetivos y ganado un impulso irresistible.

El Sr. Xi tiene una responsabilidad más amplia. En los siete años desde que llegó al poder, el Estado chino se ha vuelto significativamente más autoritario, preparando el terreno en Hong Kong para una reacción violenta contra el gobierno de Beijing.

Durante una campaña anticorrupción han desaparecido figuras prominentes de la vida pública en el continente y ha habido una ola de suicidios entre los funcionarios del partido comunista. Más de un millón de personas han sido internadas en campos de reeducación en la provincia de Xinjiang. Los manifestantes en Hong Kong citan a menudo el tratamiento de Xinjiang como una señal de cuán lejos irá Beijing para aplastar la diversidad cultural y regional.

El sistema legal cada vez más kafkiano de China continental contrasta con la tradición del estado de derecho de Hong Kong. Pero durante el período del Sr. Xi, la intolerancia del continente con respecto a la libertad de expresión se ha extendido a Hong Kong. Dos casos enviaron un mensaje escalofriante: el secuestro y la detención, en el continente, de libreros de Hong Kong y la decisión de prohibir a los legisladores elegidos de la asamblea de Hong Kong, por no realizar de forma sincera el juramento de lealtad a China.

Prominentes activistas políticos en contra de Beijing como Joshua Wong y Edward Leung fueron encarcelados. El Sr. Wong ahora está fuera de la cárcel, mientras que el lema del Sr. Leung, quien todavía está encarcelado, se canta en las calles: “Libera a Hong Kong, revolución ahora”.

Siempre hubo tensiones inherentes a la fórmula incómoda de “un país, dos sistemas”. En 2003, hubo grandes manifestaciones contra una propuesta de ley de seguridad nacional para Hong Kong, impulsada por Beijing. Pero, en los 15 años transcurridos entre el traspaso de Hong Kong de Gran Bretaña a China en 1997 y la llegada al poder del Sr. Xi en 2012, esas tensiones resultaron manejables. Los ciudadanos de Hong Kong tenían esperanzas razonables de que China continental evolucionaría hacia una sociedad más liberal y gobernada por la ley en las décadas previas a la plena integración de Hong Kong con China, programada para 2047.

Pero durante el mandato del Sr. Xi, China ha retrocedido políticamente. Los lemas de la era maoísta han sido revividos y el “Pensamiento de Xi Jinping” ha sido incluido en la constitución china. La libertad de expresión se ha restringido aún más; los abogados de derechos civiles han sido detenidos y las organizaciones no gubernamentales han sido clausuradas.

No es sorprendente que Hong Kong considere con horror la posibilidad de una integración total con China continental. Y esa fecha ya no parece imposiblemente lejana. Los manifestantes más radicales suelen ser adolescentes o jóvenes de veintitantos años. Estarán en la plenitud de sus vidas cuando la segunda entrega tenga lugar en 2047. Por lo tanto, sus afirmaciones de que están luchando por su libertad no pueden descartarse como una exageración, a pesar de que sus tácticas pueden ser cuestionables.

La revuelta actual plantea preguntas no sólo sobre el manejo del Sr. Xi de Hong Kong, sino sobre todo su proyecto. El mantra del presidente es “el gran rejuvenecimiento del pueblo chino” y un aspecto fundamental de esa estrategia es la restauración de la integridad del territorial nacional. Después de Hong Kong, el siguiente paso es Taiwán.

El gobierno chino ha amenazado reiteradamente con invadir Taiwán si la isla autónoma decidiera declarar su independencia formal. Sin embargo, si Beijing no puede controlar las calles de Hong Kong, la idea de que China continental podría conquistar a Taiwán parece increíble.

Otro aspecto igualmente inquietante para la visión del Sr. Xi, es que la rebelión en Hong Kong socava un principio central de la educación patriótica impulsada por el partido comunista: la idea de que hay “una sola China” y lo que más anhela todo el pueblo chino es estar unidos. Ahora ha quedado claro que millones de hongkoneses no sienten que la solidaridad étnica puede superar sus preocupaciones políticas sobre China continental. Por el contrario, afirman cada vez más la identidad separada de Hong Kong, que a menudo incluye prejuicios en contra de los chinos continentales.

El desarrollo de los eventos en Hong Kong inspira el temor de una tragedia inminente. Pero para encontrar una salida pacífica, el Sr. Xi debe mostrar humildad, una mentalidad abierta y tolerancia hacia puntos de vista opuestos que parecen completamente ajenos a él y al sistema que ha creado.

©The Financial Times Ltd, 2019. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribuido o modificado de manera alguna. Diario Libre es el único responsable por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabilidades por la precisión o calidad de la traducción.?

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