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Inversionistas en Brasil ignoran riesgos políticos

Uno de los mercados emergentes con mejor desempeño enfrenta elecciones presidenciales impredecibles

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Inversionistas en Brasil ignoran riesgos políticos
Ciudad brasileña. (FOTO EFE)

Cuando Jair Messias Bolsonaro, el político de extrema derecha de Brasil, regresó la semana pasada de una polémica gira por EE.UU. publicó un gigantesco gráfico “¡Gracias, Estados Unidos!” en su página de Facebook.

El excapitán del ejército convertido en legislador es conocido por sus controvertidas declaraciones, como decirle a una congresista que no la violaría porque no “se lo merecía” y que el mayor error de la antigua dictadura militar de Brasil fue torturar en lugar de matar a sus víctimas.

Debido a que en este momento Brasil enfrenta un gran vacío político tras una vasta investigación de la corrupción en el país y una recesión de dos años, Bolsonaro esperaba que su viaje a EEUU le ayudaría a migrar de los extremos del espectro político hacia el centro de la política nacional.

También fue un recordatorio oportuno para los inversionistas que han impulsado el mercado de Brasil a niveles récord — el índice Ibovespa ha incrementado a 28 por ciento este año — de los riesgos políticos que enfrenta uno de los mercados emergentes con el mejor desempeño del mundo.

El país enfrenta una de las elecciones presidenciales más impredecibles de su historia en octubre del próximo año. Sin embargo, los mercados se han vuelto complacientes gracias a una combinación de condiciones acomodaticias de liquidez global y al comienzo de la recuperación de la economía brasileña.

Esta semana, el gobierno del presidente Michel Temer — también producto de la turbulencia política tras el juicio político de la presidenta de izquierda, Dilma Rousseff — lanzó en WhatsApp una tabla que muestra el repunte.

La inflación ha caído 6.8 puntos porcentuales desde que asumió el mando el nuevo gobierno en abril de 2016. El producto interno bruto se ha expandido ligeramente después de reducirse el año pasado y la economía ha comenzado a crear empleos de nuevo.

Las acciones líderes, como la petrolera estatal Petrobras, que estuvo en el centro de los escándalos de corrupción, han saneado su gobernanza y los precios de sus acciones se han recuperado.

Después de la derrochadora era de la Sra. Rousseff, cuando el déficit presupuestario parecía haberse descontrolado, el gobierno de Temer les proporcionó a los inversores una nueva historia de responsabilidad fiscal y reformas de mercado en los sectores petrolero, laboral y otros más.

Esta narrativa ha sido tan convincente que algunos inversores están comenzando a convencerse de que el próximo presidente, sin importar quién sea, continuará con las reformas de Temer.

Esto ciertamente tendría mucho sentido. Después de todo, el Sr. Temer aún no ha podido implementar su medida más importante, una enmienda constitucional para reformar el generoso sistema de pensiones de Brasil. A menos que la edad promedio de jubilación se extienda de 55 años de edad a 65 años de edad en el próximo par de años, el gasto en pensiones y nóminas se disparará.

Pero existen dos problemas con la fe del mercado en que inevitablemente prevalecerá un nuevo consenso económico más ortodoxo. Primero, nadie tiene la más mínima idea de quién será el próximo presidente. El auge de figuras extremistas como el Sr. Bolsonaro muestra el alcance del vacío. De hecho, si bien es demasiado pronto para sacar conclusiones, los principales candidatos en las encuestas de opinión para la carrera presidencial son el ex presidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, seguido por el Sr. Bolsonaro.

Lo más preocupante para los mercados sería el regreso de un impenitente Sr. Lula da Silva. Pero él ha sido condenado por corrupción y eso impedirá su postulación si pierde su apelación. Además, las encuestas muestran que es rechazado más de lo que es aprobado por los votantes del país.

Los mercados también considerarían al Sr. Bolsonaro como una figura demasiado divisiva para ser un buen presidente.

Los inversores se sentirían más seguros con un candidato como el alcalde de São Paulo, João Doria, un recién llegado al mundo político quien usa como modelo al multimillonario neoyorquino Michael Bloomberg; o su antiguo patrón político y ahora rival, el conservador gobernador del estado de São Paulo, Geraldo Alckmin. Pero el Sr. Doria es inexperto y poco conocido fuera de su ciudad natal. El Sr. Alckmin, mientras tanto, es visto como un candidato tradicional en una elección en la que se espera que los votantes rechacen el establecimiento político.

Éstos son sólo los candidatos conocidos. Otros nombres están emergiendo, desde banqueros hasta anfitriones de televisión y ex jueces de la corte suprema, que aún podrían figurar en este espectáculo político.

El segundo problema es que los brasileños tradicionalmente votan a favor de los gobiernos grandes y los beneficios sociales. Los candidatos populistas que prometen aliviar la recesión a través de programas de gasto público podrían tener buenos resultados en las urnas. Los candidatos que hablan sobre recortes de pensiones y privatizaciones podrían terminar ganando los mercados, pero perdiendo las elecciones.

Los inversionistas probablemente no tengan nada de qué preocuparse hasta después del carnaval en febrero del próximo año, cuando la campaña realmente se ponga en marcha. Pero la responsabilidad fiscal y económica tal vez sea más difícil de vender de lo que esperan muchos inversionistas.

Por Joe Leahy (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved.

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