Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Ciberataque
Ciberataque

Peligros de las respuestas mundiales a las “noticias falsas”

Expandir imagen
Peligros de las respuestas mundiales a las “noticias falsas”
Las noticias falsa en las redes sociales son muy frecuentes. (FOTO DE ARCHIVO.)

Enfrentar la propaganda malintencionada no justifica amordazar a los medios de comunicación

Afortunadamente, algunas malas ideas se desechan rápidamente. La decisión del gobierno indio de descartar los planes para restringir a los periodistas que presuntamente están divulgando noticias falsas fue una de estas ideas. Menos de 24 horas después de provocar una protesta de los medios, el primer ministro Narendra Modi ordenó que su ministerio de información y radiodifusión se retractara. Con suerte, ahí acabó todo.

Los periodistas malasios no han tenido tanta suerte. La semana pasada, el gobierno de Kuala Lumpur comenzó a promover una nueva ley que hará que la difusión de “noticias falsas” se castigue con hasta seis años de prisión. El delito incluye a cualquier persona, dentro o fuera de Malasia, quien comparta noticias en las redes sociales que las autoridades decidan que son falsas. También conlleva grandes multas.

En India, el gobierno había previsto una pena menor: eliminar o suspender la acreditación de los periodistas infractores. Es comprensible que los activistas de los derechos humanos y los miembros de los medios consideraran esto una herramienta que el partido Bharatiya Janata del Sr. Modi podría utilizar para controlar la narrativa en el período previo a las elecciones.

No hay duda de que la facilidad con que se esparce la propaganda malintencionada puede resultar alarmante. Mark Twain, el escritor estadounidense, lo expresó de forma contundente cuando dijo que “una mentira puede viajar por medio mundo mientras la verdad está poniéndose los zapatos”. Eso fue más de un siglo antes de que el Internet y las redes sociales permitieran que la desinformación viajara libremente a través de las fronteras a velocidades inimaginables cuando Huckleberry Finn flotaba por el Río Misisipi.

El viejo problema es quién decide qué es o no es una mentira. El presidente estadounidense, Donald Trump, quien adoptó y popularizó la frase “noticias falsas” en su cuenta de Twitter durante las elecciones estadounidenses de 2016, ha borrado los límites, aparentemente dándoles licencia a potenciales demagogos en todo el mundo. Para el Sr. Trump, las noticias falsas son las que propagan sus críticos en los principales medios de comunicación que a él le encanta odiar. Para sus críticos, es la propagación por parte del Sr. Trump y sus partidarios de “hechos alternativos”, una frase acuñada por miembros de su campaña para explicar anomalías persistentes en su descripción de la realidad.

Los esfuerzos de la Unión Europea en este aspecto también han fracasado. El bloque se ha alarmado por los esfuerzos del Kremlin para modernizar las artes oscuras de la propaganda, según la creciente evidencia de que Rusia está utilizando bots y trolls en las redes sociales para debilitar las democracias occidentales mientras les brinda su apoyo a los populistas de todo el continente. Así que la Unión Europea comenzó su propia campaña en línea contra la desinformación. EUvsDisinfo.eu fue diseñado para monitorear, exponer y archivar ejemplos de “noticias falsas”. Sin embargo, la campaña provocó una tormenta de críticas en los Países Bajos, incluyendo un caso en el que identificó una noticia satírica como una noticia falsa. El error puso de manifiesto la dificultad de permitir que las campañas oficiales determinen qué es o no es falso.

La Unión Europea le ha dado una respuesta evidentemente imperfecta a un dilema real. No se puede confiar en que las plataformas de medios sociales como Facebook se autorregulen. Hay demasiada propaganda malintencionada esparciéndose de forma descontrolada por el Internet, lo cual representa una amenaza real para las democracias.

Pero tampoco se puede confiar en que los gobiernos se conviertan en el árbitro más importante de lo que los periodistas deberían o no deberían escribir. Incluso en países con una fuerte tradición de prensa libre, las principales organizaciones de medios de comunicación ya se ven estrictamente restringidas en cuanto a lo que pueden publicar a causa de las leyes de difamación y otras leyes.

Los periodistas indios tenían razón, y afortunadamente actuaron con rapidez, al señalar el peligro de que enfrentar las “noticias falsas” se ha convertido en una cortina de humo para amordazar a la prensa.

TEMAS -