Peligrosa hipocresía del líder que alardea de ser humilde
Cuando sentirse ‘humildemente honrado’ se convierte en sinónimo de sentirse ‘orgulloso’ algo ha salido extremadamente mal

El concepto del líder humilde es milenario. Sin embargo, recientemente, yo he notado cuántos ejecutivos y políticos han comenzado a jactarse de lo humildes que son.
Escasamente pasa una semana sin que un líder de alto perfil, en algún lugar, declare públicamente que se ha sentido “humildemente honrado” por una promoción, por un premio, por un proyecto exitoso, por el lanzamiento victorioso de un producto, o por una muestra de apoyo, que ellos mismos organizaron, por parte de los empleados o de los clientes.
Tenemos los casos de Hans Vestberg y de Stacey Cunningham, quienes se sintieron “humildemente honrados” de haber sido nombrados, el año pasado, como directores ejecutivos de Verizon y de la Bolsa de Nueva York, respectivamente. También tenemos a la comisionada europea Margrethe Vestager, quien se declaró “feliz y humildemente honrada por la tarea que le espera” como nueva supervisora confirmada de la política digital y de competencia de la Unión Europea (UE).
Estos humildes jactanciosos deberían controlarse un poco. En particular, cuando sentirse “humildemente honrado” se convierte en sinónimo de sentirse “orgulloso” algo ha salido, o está a punto de salir, extremadamente mal.
Adam Neumann proclamó en 2017 que se sentía “humildemente honrado” por la inversión de US$4.4 mil millones — una de las mayores inversiones en una empresa privada — que WeWork acababa de obtener de SoftBank y de su Vision Fund.
La semana pasada, el cofundador del proveedor de oficinas compartidas se vio obligado a usar el término nuevamente. Le dijo al personal que se había sentido “humildemente abatido” por la retirada de los planes para una oferta pública inicial (OPI), pospuesta en parte debido a sus arrogantes esfuerzos propios para consolidar el control sobre su compañía, la cual está generando pérdidas. Dada la reputación del empresario como un carismático autopromotor, es justo decir que ninguna de las declaraciones fue indicativa de una verdadera humildad.
Boris Johnson anunció que se sentía “humildemente honrado y orgulloso” de ser nombrado secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido en 2016. Él definitivamente estuvo a la altura de una de las definiciones al demostrar que no era digno del papel. La semana pasada, como primer ministro, él aprendió de primera mano otro significado del término, cuando su homólogo de Luxemburgo lo humilló organizando una conferencia de prensa al lado de un podio vacío que el Sr. Johnson había declinado ocupar por temor a los ruidosos manifestantes.
¿Por qué todas las muestras de supuesta humildad?
En parte, yo culpo a Jim Collins, quien, en su exitoso libro empresarial “De buena a grandiosa”, identificó una correlación entre el éxito organizacional y los líderes corporativos como Darwin Smith, quien dirigió la compañía de productos de papel Kimberly-Clark durante las décadas de 1970 y 1980 sin nunca buscar un estatus de celebridad.
Cuando dices que te sientes humildemente honorado por tu nuevo rol de liderazgo ciertamente suenas menos jactancioso que si dijeras que te merecías esa posición de alto nivel (y menos desquiciado que gritar que estás “entusiasmadísimo” al respecto). Según una reciente encuesta, la humildad también es una de las cualidades de liderazgo mejor valoradas por los individuos menores de 35 años. Sin duda alguna, es preferible a ser un presumido y un fanfarrón.
Pero la búsqueda de líderes humildes ha alentado a toda una nueva escuela de contraproducente autopromoción. Por supuesto debes mostrarle agradecimiento al jurado que te eligió como uno de los ‘Sesenta Líderes Servidores más Autocríticos’ — eso es sencillamente ser cortés — pero espera a tuitear a tus millones de seguidores cuán humildemente honrado estás por el honor. De lo contrario, simplemente llamas la atención acerca de la enorme brecha entre lo que dicen los líderes y lo que realmente hacen.
Uno de los problemas es que la humildad no es tan simple como ser modesto y mantener un perfil bajo. “El jugador más valioso (MVP, por sus siglas en inglés) de un equipo ganador que les agradece a sus compañeros pero que realmente cree que el resultado ganador del juego se debió únicamente a sus contribuciones, estaría demostrando modestia pero carecería de humildad”, explicó un informe de 2005 titulado “Llevando la humildad al liderazgo”.
“A su vez, el MVP que anunciara el verdadero alcance de sus contribuciones pudiera parecer inmodesto pero, siempre que hubiera indicado correctamente las contribuciones de los demás, no pudiera decirse que carece de humildad”.
Los líderes verdaderamente humildes deben demostrar que aceptan sus fortalezas y sus debilidades, y que están dispuestos a pedir y utilizar la ayuda de otros, sugirió este documento.
Hasta donde yo sé, estos rasgos son compartidos por el Sr. Vestberg, por la Sra. Vestager y por la Sra. Cunningham. Pero yo veo menos de tales rasgos en el Sr. Johnson o en el Sr. Neumann. Todos los líderes son capaces del competitivo politiqueo y de la brutal ambición que se requieren para llegar a la cima. Ellos necesitan cultivar suficiente autoestima y confianza en sí mismos para permanecer allí. De hecho, un fuerte impulso de avanzar, si se dirige hacia el éxito de su organización, es un ingrediente esencial del liderazgo, junto con una genuina humildad.
Sin embargo, algo acerca de la falsa timidez de los líderes recién coronados todavía me causa cierta indisposición. Puede que sea el toque de hipocresía y de engaño, o el penetrante aroma de las relaciones públicas. O puede que simplemente sea el conocimiento de que, en muchos casos, la “humildad” se produce antes de una caída.
Financial Times
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