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Reino Unido después del Brexit no estará solo, pero sí más solitario

El Reino Unido está entrando en un nuevo mundo, siguiendo su propio camino mientras las superpotencias dominan

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Reino Unido después del Brexit no estará solo, pero sí más solitario
Un parlamentario durante la sesión plenaria sobre la votación Brexit.

“Por fin estamos solos”. Mi padre me dijo que había escuchado estas palabras de un anciano que estaba sentado a su lado en el metro de Londres en junio de 1940, justo después de la caída de Francia. La misma insularidad anima al Brexit. Era una ilusión entonces; no se trataba del Reino Unido solo, sino de una alianza con mayores poderes la que ganó la Segunda Guerra Mundial. Es una ilusión actualmente; el Reino Unido no estará solo, pero sí más solitario.

No podemos saber qué hubiera ocurrido si el referéndum de 2016 hubiera tenido el resultado opuesto. Ése es el camino no elegido. Pero conocemos algunos resultados y al menos podemos suponer otros.

El Brexit es una decisión de separar al Reino Unido de las instituciones que gobiernan el continente del que inevitablemente forma parte. Un resultado es seguro: los británicos perderán el derecho de movilizarse y de trabajar en toda la Unión Europea (UE), al igual que sucederá con los ciudadanos de los países miembros de la UE a vivir y a trabajar en el Reino Unido. Ésa es una reducción en la libertad. Es el resultado de insistir en que uno no debiera tener tanto una identidad política británica como una europea. Ésta es una victoria de la limitación.

La influencia directa de las decisiones políticas británicas sobre las de los vecinos también se desvanecerá. Los políticos británicos sólo podrán mirar, con sus narices contra el vidrio, a través de las ventanas de la UE conforme se tomen decisiones que los afectarán. Esas decisiones determinarán la evolución del mercado único y de las políticas comerciales y climáticas de la UE. Sin el Reino Unido, la UE seguirá teniendo 450 millones de personas y será responsable del 18 por ciento de la producción mundial. También seguirá siendo el socio comercial más importante del Reino Unido. La autoexclusión del Reino Unido importará.

Además, nunca en mi vida ha estado un gobierno británico tan decidido a infligir daños económicos a su propio pueblo. El análisis del gobierno mismo, publicado en noviembre de 2018, concluyó que, en virtud de un acuerdo de libre comercio básico, del tipo que busca el gobierno, es probable que el producto interno bruto (PIB) per cápita del Reino Unido sea aproximadamente un 5 por ciento menor de lo que sería de lo contrario, a largo plazo. La eliminación de la inmigración neta del Espacio Económico Europeo (EEE) aumentaría la pérdida en 0.5 puntos porcentuales. Es posible que el Reino Unido pierda cerca de la mitad de su aumento potencial en el PIB per cápita durante la próxima década, con graves consecuencias para los ingresos y para los gastos del gobierno.

Esto ignora los costos a corto plazo. Sajid Javid, el ministro de Economía, les ha dicho a las empresas que abandonen sus llamados a la alineación regulatoria con la UE, indicándoles que han tenido tres años para prepararse. Eso no tiene sentido. Nadie ha sabido (o ni siquiera actualmente sabe) qué acuerdo, si existe, se alcanzará. La combinación de incertidumbre en cuanto al resultado con un tiempo mínimo de ajuste es grotescamente irresponsable.

Los partidarios del Brexit afirmarán que, liberados de la “mano muerta” de la regulación de la UE, el Reino Unido prosperará. Es bastante probable que esto resulte ser una fantasía. Una razón es que el Reino Unido ya tiene una economía altamente desregulada, especialmente en materia del mercado laboral. ¿Va el Reino Unido a abandonar las regulaciones actuales sobre el medio ambiente, sobre los estándares de los productos, sobre la solidez financiera, y sobre otros importantes aspectos? Es muy improbable. Además, las grandes fallas del Reino Unido — su tasa de inversión ultrabaja, su débil crecimiento de la productividad, su deficiente infraestructura, su alta desigualdad regional y el bajo rendimiento de ciertos sectores de su sistema educativo — no tienen nada que ver con la membresía en la UE. El Brexit pudiera eliminar muchas excusas. No resolverá ninguno de estos problemas.

Pero eso está lejos de ser todo. Si no hay un acuerdo comercial con la UE, o si hay uno que resulte disruptivo, seguramente se desatará un ‘juego de buscar culpables’. En el Reino Unido, quienes favorecen permanecer dentro de la UE culparán a quienes desean abandonarla, y viceversa. Más importante aún, el gobierno pudiera culpar a la UE de un resultado infeliz, y viceversa. Es probable que tal discordia cobre una vida propia, separando aún más al Reino Unido y a la UE. Incluso es posible imaginar un Reino Unido enojado y destructivo buscando coordinarse con el EEUU de Donald Trump en contra de la UE. Las consecuencias serían devastadoras.

La partida del Reino Unido, y ni hablar de la pesadilla de una hostilidad prolongada, también es probable que moldeen la futura UE. El Reino Unido desempeñó un papel central en la promoción del mercado único y una política comercial liberal de la UE. Es probable que su partida debilite la influencia de los países del norte más económicamente liberales en contra de los demás. Es probable, entonces, que la UE se vuelva más ensimismada de lo que hubiera sido de otra manera. Sin embargo, también es probable que el Brexit refuerce la solidaridad de una UE más asediada. Cualquiera de estos resultados afectará enormemente al Reino Unido.

También es probable que al Reino Unido le resulte difícil ejercer mucha influencia independiente sobre un mundo que está entrando en una era de enorme rivalidad de poder. Al lado de EEUU, de China o de la futura UE, el Reino Unido es un pececillo económico, aunque sea uno grande. En un mundo como éste, puede que la dependencia de las instituciones multilaterales resulte inútil. Una y otra vez, el Reino Unido se enfrentará a opciones relacionadas con qué lado elegir en las luchas — tal vez sobre tecnología o sobre estándares — que están ocurriendo por encima de su cabeza. Todo esto será extremadamente incómodo. No menos importante, el Reino Unido con frecuencia se encontrará siendo un suplicante en las relaciones con poderes superiores al suyo. Tendrá que ser sagaz y humilde. Puede que eso funcione. Pero el control que supuestamente está tomando será ilusorio.

El Reino Unido está entrando en un nuevo mundo. Está obligando a su pueblo a abandonar sus derechos en Europa. Se está apartando del proyecto europeo de cooperación estructurada y pacífica. Está eligiendo ser una isla independiente al lado de lo que parece ser un gigante europeo integrado. Está decidiendo seguir su propio camino en un mundo dominado por superpotencias propensas a la rivalidad. Lo está haciendo con la promesa de un mayor control sobre su propio destino. Y está, no menos importante, actuando en contra de los deseos de la mayoría de sus propios jóvenes.

¿Durará esta separación? Nadie puede saberlo. Pero es bastante probable que dure mucho tiempo. En mi opinión, es una enorme equivocación. Pero nos ha llegado el momento. Debemos vivir con sus consecuencias.

©The Financial Times Ltd, 2020. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribuido o modificado de manera alguna. Diario Libre es el único responsable por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabilidades por la precisión o calidad de la traducción.?

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