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Retirada de Estados Unidos sobrevivirá a Donald Trump

Hasta ahora, la seguridad de Europa y de Asia Oriental ha dependido del liderazgo estadounidense

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Retirada de Estados Unidos sobrevivirá a Donald Trump
Donald Trump, controversial presidente de los Estados Unidos.

La exhibición de poderío marcial de Beijing durante la conmemoración del septuagésimo aniversario del gobierno comunista fue un momento aleccionador. El despliegue de sofisticado armamento, incluyendo un nuevo misil balístico intercontinental, elocuentemente comunicó las grandes ambiciones de poder de China. Sin embargo, Europa estaba mirando hacia otro lado conforme los tanques atravesaban la Plaza de Tiananmén. Por ahora, quedarse boquiabierto ante los procedimientos de juicio político en Washington y especular sobre el destino del presidente estadounidense Donald Trump es el único foco de atención.

El Sr. Trump ha interrumpido el ritmo de la historia. Nosotros anticipamos que las amenazas al orden establecido provengan de las potencias en ascenso. China no es diferente, aunque se ha vuelto muy grande, muy rápidamente. Sin embargo, el asalto a la “Pax Americana” de la posguerra ha sido liderado por, bueno, EEUU. Cuando los europeos se preocupan por la posibilidad de que estalle otra guerra, generalmente han estado mirando la cuenta de Twitter del Sr. Trump.

La decisión de la Casa Blanca de retirar las tropas estadounidenses del norte de Siria, y dejar que sus aliados kurdos se enfrenten a un ejército turco invasor, se ajusta a este patrón. Los kurdos han sido los aliados más confiables del Occidente en la lucha contra el Estado Islámico (EI) y otros grupos yihadistas. El Sr. Trump ha decidido que EEUU no les debe nada. En Washington — a sus aliados nuevamente se les recuerda — no se puede confiar. ¿Cómo se verán las cosas cuando los combatientes del EI comiencen a escaparse de los centros de detención que actualmente están custodiados por los kurdos?

No sirve de mucho buscar la ‘gran estrategia’ detrás de la política exterior del Sr. Trump. Su cosmovisión está conformada por un conjunto de impulsos emocionales. Buscar una estrategia es como intentar encontrar patrones simétricos en un plato de espagueti.

Éste es el presidente que, después de todo, idolatra a Kim Jong-un, el líder supremo de Corea del Norte, un dictador a quien una vez el Sr. Trump amenazó con hacerle llover “fuego y furia”. Hasan Rohaní, el presidente de Irán, lo ha reemplazado en la línea de fuego. Pero nunca se sabe. ¿Alguien verdaderamente se sorprendería si el líder iraní se presentara en la Casa Blanca como invitado?

Ya sabemos que el Sr. Trump parte de una suposición de que EEUU puede hacer lo que le plazca. El multilateralismo es un complot globalista en contra de EEUU, y las sanciones comerciales son una buena manera de intimidar a amigos y adversarios por igual. A la manera de lord Palmerston durante la época de la reina Victoria, el presidente es beligerante al nivel internacional y no tiene tiempo para alianzas permanentes. Más alentador es el hecho de que, aunque al Sr. Trump no le importa exacerbar las tensiones mundiales, él desconfía de las guerras elegidas.

Con raras excepciones — Israel y Hungría vienen a la mente — “EEUU primero” representa la definición misma de peligro para la mayoría de los amigos y aliados. La seguridad de Europa y de Asia Oriental ha estado integrada a los sistemas de alianzas y de tratados que operan bajo el liderazgo de EEUU. La prosperidad ha dependido de las reglas multilaterales principalmente diseñadas en Washington.

Si se elimina ese ‘pegamento’ que representa una garantía de seguridad estadounidense, los sistemas comienzan a desintegrarse. Rusia y China ocupan un lugar más preponderante como amenazas regionales, y los aliados tienen más probabilidades de luchar entre sí; sólo hay que atestiguar la creciente disputa entre Japón y Corea del Sur acerca de las reparaciones de guerra. Si se retira el respaldo estadounidense de las reglas del comercio internacional, la globalización comenzará a dar marcha atrás.

Por lo tanto, nadie debería sorprenderse por la extrema atención extranjera centrada en el drama que actualmente se está desarrollando en Washington. Para la mayoría de las naciones, el mayor evento geopolítico ya visible en el horizonte cercano es la elección presidencial estadounidense de 2020. Si a la clase dirigente de la política exterior europea se le concediera un único deseo para lograr que el mundo fuera un lugar más seguro, seguramente sería la partida del Sr. Trump.

Después de observar a Joe Biden y a Elizabeth Warren en los debates demócratas, los europeos habían permitido que la resignación se asentara. El momento del Sr. Biden había pasado; la Sra. Warren, una socialdemócrata según los estándares europeos, parecía demasiado izquierdista para EEUU. Tal vez un segundo mandato del Sr. Trump estaba predeterminado. Eso le daría suficiente tiempo para acabar con el orden de la posguerra.

Los procedimientos de juicio político, concentrados en los intentos del Sr. Trump de intimidar al presidente de Ucrania, han levantado los ánimos. Incluso si al Senado no se le puede persuadir para que condene al presidente, el proceso de divulgación, y sus pronunciamientos cada vez más erráticos, pudieran hacer que perdiera la reelección y la Casa Blanca. De hecho, últimamente han perdido cierta importancia los cargos de que la Sra. Warren es una peligrosa marxista. Quizás el juicio político beneficie a los demás candidatos presidenciales.

La vida real, lamentablemente, no es así. La mayoría de los europeos argumentan que el mundo ha tenido un problema de Trump, no un problema de EEUU. En la medida en que el comportamiento de este presidente ha sido excepcionalmente caprichoso, ellos tienen razón. Pero al reloj no se le puede dar marcha atrás para volver a una era que estaba pasando antes de que el Sr. Trump llegara a la Casa Blanca.

La “Pax Americana” se perdió en las llamas de Afganistán y de Irak; en las debilidades económicas expuestas por la crisis financiera mundial; y en la inaudita velocidad del ascenso de China. Barack Obama entendió esto cuando trató de reformular el liderazgo estadounidense como el de un poder de convocatoria. El belicoso unilateralismo del Sr. Trump ha acelerado, en gran medida, la retirada de EEUU, pero la dirección del viaje ya estaba establecida.

El mundo debería ser un lugar más seguro sin el Sr. Trump. Pero, en mi opinión, hay tres cosas que se pueden decir con certeza sobre su sucesor. El próximo presidente — sea hombre o mujer, en 2020 o 2024 — no detendrá el giro del país hacia adentro. La inclinación proteccionista se endurecerá, sobre todo con respecto a las industrias ricas en tecnología. Y EEUU estará mucho más atento a los intereses nacionales vitales antes de gastar ‘sangre y dinero’ en el extranjero. El juicio político, sea o no exitoso, no resolverá los problemas de nadie más.

©The Financial Times Ltd, 2019. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribuido o modificado de manera alguna. Diario Libre es el único responsable por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabilidades por la precisión o calidad de la traducción.?

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