Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Globalización
Globalización

Riesgos en medio de recuperación global

Expandir imagen
Riesgos en medio de recuperación global
La debilidad financiera, la deuda y los temores de un colapso en la cooperación continúan siendo obstáculos. (FOTO SHUTTERSTOCK)

El Banco de Pagos Internacionales (BPI) es el ‘reloj parado’ de las instituciones económicas internacionales. El BPI ha defendido el endurecimiento monetario y fiscal, ya sea que tenga sentido, o no. Afortunadamente, los legisladores, o por lo menos los bancos centrales miembros del BPI, han ignorado su aparente convicción de que el mundo necesitaba una recesión aún más profunda y más prolongada. Y ahora, precisamente porque los bancos centrales ignoraron sabiamente los consejos del BPI, finalmente ha llegado una recuperación sincronizada. Entonces, ¿nos da el último informe anual del BPI la ‘hora correcta’ nuevamente, como lo hizo en los años previos a la crisis?

Vale la pena recordar cuán equivocado ha estado el BPI en el pasado. En junio de 2010, cuando, como ahora sabemos, el daño post-crisis ya estaba extremadamente presente, el BPI ya afirmaba que había “llegado el momento de preguntar cuándo y cómo se pueden eliminar estas poderosas medidas”. Oh no, no había llegado. Había llegado el momento de actuar con mayor agresividad para acelerar la recuperación y así limitar el daño a más largo plazo de la crisis. La necesidad entonces no era eliminar el estímulo monetario y fiscal, sino fortalecerlo. La débil recuperación es, en buena parte, consecuencia de ese fracaso.

Sin embargo, actualmente las cosas se ven diferentes. Tal y como lo ha afirmado Catherine Mann, la economista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las cosas han “mejorado, pero no van suficientemente bien”. El club de las economías desarrolladas de París, en línea con la mayoría de los pronosticadores, anticipa una mejora moderada en el crecimiento global este año y el próximo. La esperanza debe ser que éste sea el comienzo de un repunte sostenido, en el cual el fortalecimiento de la inversión y el más rápido crecimiento de la productividad mantengan la inflación bajo control. Pero una esperanza es lo que sigue siendo. Entonces, ¿a qué riesgos se enfrentará la recuperación?

Un riesgo obvio es que el ajuste monetario será demasiado rápido, incluso en EEUU, y ni qué decir en la eurozona. La presión inflacionaria permanece notablemente moderada. Incluso el BPI, siempre el más preocupado de todos, está de acuerdo en que el resurgimiento de la inflación no representa un gran riesgo. Esto se debe en parte a la globalización, la cual ha aumentado considerablemente las presiones competitivas.

Otro riesgo es de carácter financiero. Jaime Caruana, el gerente general del BPI, señaló: “En una serie de economías avanzadas más pequeñas y de economías de mercados emergentes, los largos auges financieros se han moderado o se han reducido. Y a nivel mundial, la deuda está en niveles récord: en 2016, el saldo de la deuda del sector no financiero en las economías del grupo de 20 países se situó en torno al 220 por ciento del PIB, casi 40 puntos porcentuales más que en 2007”. Una característica sorprendente es el crecimiento extraordinariamente rápido del crédito y de la deuda en China.

Warren Buffett ha dicho que: “Solamente cuando la marea baja es que se descubre quién ha estado nadando desnudo”. A medida que aumenten las tasas de interés, los riesgos financieros se cristalizarán. Sin embargo, también existen razones para sentir optimismo sobre este punto: el sistema financiero central occidental está mucho mejor regulado y capitalizado de lo que estaba en 2007; las autoridades chinas pueden estabilizar su sistema financiero, si fuera necesario; no se observa un auge global impulsado por el crédito, excepto en China; y, por último, aunque los precios de las acciones de alto valor pudieran caer, eso en sí no provocaría una crisis dentro del sistema crediticio. Si existe un riesgo financiero, es probable que sea en la deuda pública, tal vez en la eurozona.

Otro peligro es la renovada debilidad de la demanda agregada. Éste es uno en el cual, sorprendentemente, el BPI se enfoca. Pero, mientras la inflación se mantenga moderada, se mantiene el margen para llevar a cabo maniobras monetarias y fiscales. Por supuesto, esto también sirve de argumento en contra de un ajuste monetario prematuro. Establezcamos primero un fuerte impulso hacia delante.

El último y posiblemente el mayor peligro es el colapso de la cooperación mundial, tal vez incluso un estallido de conflictos. Eso destruiría la estabilidad de la economía mundial de la que todos dependemos, incluyendo — aunque no lo sepan — a los insensatos nacionalistas y proteccionistas. De hecho, pudiera destruir la estabilidad de todo el orden mundial. No cabe duda de que, tal y como lo señala el BPI, “la evidencia estadística formal, la observación casual y la simple lógica indican que la globalización ha sido una importante fuerza en apoyo del crecimiento mundial y de los niveles de vida más altos”.

Sin embargo, como lo ha indicado correctamente la Sra. Mann, este indubitable progreso ha coincidido con el aumento de la desigualdad; con una concentración de las pérdidas de empleos en los niveles de calificación mediana; y con una marcada disminución de los empleos en la industria manufacturera de las economías de altos ingresos. Eso, a su vez, ha llevado, entre otras cosas, al proteccionismo que observamos, particularmente en EE.UU.

Un colapso de los órdenes políticos y económicos mundiales pudiera ocasionar un enorme daño. La suposición, aparente en los mercados, de que tales acciones estarían “llenas de sonido y furia, sin significar nada” parece notablemente despreocupada. Es perfectamente posible que no suceda nada. Pero también es posible que el frágil espíritu de una cooperación regida por las reglas simplemente desaparezca de la noche a la mañana.

Nosotros en los países de altos ingresos permitimos que el sistema financiero desestabilizara nuestras economías. Luego nos negamos a utilizar estímulos fiscales y monetarios con la suficiente fuerza como para emerger rápidamente del malestar económico posterior a la crisis. Fracasamos en responder a las divergencias entre la fortuna económica de los exitosos y de los menos exitosos. Éstos fueron enormes errores. Ahora, a medida que las economías se recuperan, nos enfrentamos a nuevos retos: evitar que la economía mundial explote, mientras que se garantiza un crecimiento ampliamente compartido y sostenible.

Por desgracia, parece probable que fracasemos ante este conjunto de desafíos. El BPI habla, sensatamente, de construir resistencia. Una parte de esto consiste en asegurar que el crecimiento se vuelva menos dependiente de la deuda. Sin embargo, ésa es sólo una de las maneras en que necesitamos volver nuestras economías más efectivas y más políticamente legítimas. Si no logramos responder a estos desafíos estructurales, es improbable que la recuperación resulte ser sólida o duradera.

La fase post-rescate está, finalmente, muy cerca. Es tiempo de reforzar lo que era bueno y reformar lo que no era.

Por Martin Wolf, (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved

TEMAS -