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‘Soñadores’ enfrentan dura realidad en México

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‘Soñadores’ enfrentan dura realidad en México
México USA. (FOTO SHUTTERSTOCK.)

Mexicanos deportados de EEUU luchan por adaptarse a su tierra natal.

La familia de Luis Fernando Ortiz intentó cruzar la frontera entre México y EEUU siete veces antes de tener éxito en su búsqueda de “mejor educación, mejores trabajos, mejor de todo”. Él recuerda pasar su décimo cumpleaños en la peligrosa zona fronteriza antes de lograr cruzarla.

Doce años más tarde, un encuentro con la policía en Kentucky deshizo la vida estadounidense que el Sr. Ortiz había construido: una esposa, tres hijastros, un empleo en el Kentucky Derby y un título medio terminado de Administración de Empresas.

El Sr. Ortiz estaba a punto de unirse a cerca de 800,000 individuos conocidos como ‘Soñadores’, los niños traídos ilegalmente a EEUU y protegidos de la deportación bajo el programa de Acción Diferida por los Llegados en la Infancia, o DACA, por sus siglas en inglés. “Lo único que estaba esperando era el permiso de DACA en el correo”, dice con un acento del sur de EEUU.

Entonces la policía llegó a su casa. Sus vecinos los habían llamado después de escuchar una discusión entre él y su esposa. Casi en última instancia, los oficiales pidieron el número de seguridad social y la identificación del Sr. Ortiz; cuando no pudo producirlos, fue arrestado.

Su esposa no lo denunció, pero el estado sí lo hizo. Siguiendo el consejo de su defensor público, el Sr. Ortiz se declaró culpable, esperando que lo dejarían libre. En vez fue entregado a los Servicios de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).

Una semana después de la inauguración presidencial de Donald Trump, el Sr. Ortiz fue deportado a México.

Ahora, después de haber revocado a DACA este mes y exigir que el Congreso legisle sobre el tema, el presidente parece estar colaborando con los demócratas para permitir que los ‘Soñadores’ — en su mayoría mexicanos — puedan permanecer en el país. Es una movida que ha enfurecido a los seguidores más fanáticos de Trump.

Pero para el Sr. Ortiz, quien tiene 23 años de edad, es demasiado tarde, aun si se salva DACA. Enviado de regreso a su país natal, del cual sólo había escuchado “historias locas” sobre crímenes y violencia, él estaba deprimido. “En el vuelo de deportación, pensé, tan pronto como aterricemos, voy a cruzar de nuevo la frontera... tengo que volver. ¿Qué voy a hacer en México?”

El Sr. Ortiz ha descendido de su empleo de US$2,000 en el Kentucky Derby y US$1,500 a la semana trabajando en proyectos de construcción y remodelación — “viviendo una buena vida, sin preocupaciones de ningún tipo” — a un empleo de US$400 al mes en un centro de llamadas en una zona de la Ciudad de México conocida como la “pequeña Los Ángeles” debido al gran número de repatriados que viven ahí.

Abundan los ataques de ansiedad y la depresión. Con o sin DACA, muchos mexicanos indocumentados viven atemorizados en EEUU. Esta semana, un informe del Pew Research Center mostró que sólo 13 por ciento viviría en EEUU sin papeles comparado con 20 por ciento en 2015.

El regreso del Sr. Ortiz a México ha sido tan difícil como asimilarse a EEUU. En 2004, cuando su madre, padrastro y hermano más pequeño cruzaron la frontera en Arizona, fueron secuestrados por ‘coyotes’, las personas que transportan a personas a través de la frontera de 3,200 km.

Tuvieron la suerte de escaparse, sólo para ser detenidos por agentes del ICE, pero pudieron quedarse a cambio de su promesa de dar su testimonio en contra de los secuestradores.

Así comenzó la nueva vida del Sr. Ortiz. Comenzó la escuela en el quinto grado y sus compañeros se burlaban de su manera de hablar. Pero poco a poco, dice, “me adapté, comencé a hablar más inglés que español... empecé a creer que realmente pertenecía en EEUU”.

Hoy, el Sr. Ortiz vive en Iztapalapa, una zona de clase trabajadora de México. El Sr. Ortiz dice que ser echado de EEUU después de haber contribuido a la economía del país con sus impuestos, se siente como una “patada al hígado”. Tiene esperanzas de abrir una peluquería en el futuro. Pero extraña a la familia a la que espera ver de nuevo, aunque tome mucho tiempo lograrlo.

Para ayudar a otros a adaptarse, él trabaja como voluntario en New Comienzos, una organización que ayuda a los repatriados a crear una nueva vida en México después de haber sido separados de sus familias en EEUU.

“Trabajé tan duro”, dice entre sollozos Manuel Hernández, un hombre de 34 años de edad, en la sede de New Comienzos en edificio compartido en el centro de la Ciudad de México. Él era propietario de una pizzería que ganaba US$10,000 a la semana en ventas y había aplicado a DACA, pero fue deportado en abril. “Ahora estoy estancado”.

Ha batallado para encontrar trabajo y está deprimido. “Extraño tener coche. Estoy harto de caminar a todos lados en esta enorme ciudad”, dice. “EEUU te da ciertas cosas, pero también te las quita”.

Por Jude Webber (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved.

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