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Trump está acabando con las esperanzas de paz en el Medio Oriente

Reconocer ‘los hechos sobre el terreno’, no las normas legales, es muy riesgoso

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Trump está acabando con las esperanzas de paz en el Medio Oriente
Donald Trump

Donald Trump llegó a la presidencia tras prometer el “acuerdo del siglo” que le pondría fin al conflicto árabe-israelí. ¿Acaso es esto lo que prometió? Incluso aunque el yerno del presidente estadounidense, Jared Kushner, supuestamente aún está trabajando en un atrasadísimo plan de paz, el secretario de estado Mike Pompeo le ha asestado un golpe mortal a cualquier esperanza persistente de una solución de dos estados. Al declarar que EEUU no considera ilegales los asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada, el Sr. Pompeo no sólo ha marcado un cambio en la política estadounidense de larga data que los consideraba un obstáculo para la paz. También eliminó una barrera clave para la anexión israelí del territorio palestino y legitimó la apropiación de tierras en otros sitios en todo el mundo.

Lejos de desempeñar el papel de intermediario honesto, la única política hacia el Medio Oriente en la que Trump ha sido coherente es su total inclinación hacia Israel, la cual ha demostrado al complacer en todo a Benjamín Netanyahu, primer ministro durante muchos años, y a los derechistas israelíes. La última intervención de la administración Trump fue un impulso para el Sr. Netanyahu, quien se aferraba al poder mientras su rival Benny Gantz intentaba formar un gobierno antes de la fecha límite del miércoles por la noche.

Es el más dañino de una serie de pasos que ha dado el presidente estadounidense y que han inclinado la balanza en la región. El primero fue el reconocimiento por parte de la Casa Blanca de Jerusalén como capital de Israel, incluyendo Jerusalén Este, ocupada por Israel, que los palestinos ven como su futura capital. Luego, en marzo pasado, se hizo el anuncio de que EEUU debía reconocer la soberanía israelí sobre el territorio ocupado de los Altos del Golán.

La última declaración de EEUU que rechaza una opinión legal del departamento de Estado que data de 1978 de que todos los asentamientos israelíes en los territorios ocupados son “incompatibles con el derecho internacional” va más allá. De hecho, le da luz verde a una anexión israelí de la Cisjordania ocupada. Probablemente destruya cualquier posibilidad, por remota que sea, de una solución de dos estados. También marca un paso decisivo para hacer de Israel un Estado de apartheid de facto. Es un Estado con una jerarquía de tres clases de ciudadanos: israelíes; árabes con ciudadanía israelí; y palestinos bajo ocupación.

Incluso los más firmes aliados árabes del Sr. Trump, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos — que han fortalecido secretamente los lazos militares y de inteligencia con Israel para contrarrestar la influencia iraní — no pueden apoyar esas medidas. Temen, acertadamente, que la postura pro israelí de Washington corra el riesgo de avivar el extremismo y la inestabilidad en toda la región.

La extraordinaria elección de palabras del Sr. Pompeo tiene implicaciones más amplias. Dijo que calificar de ilegales los asentamientos israelíes no había “fomentado la causa de la paz”; los argumentos sobre “quién tiene razón y quién no como una cuestión de derecho internacional” nunca lo harían. Sin embargo, el respeto a las normas legales internacionales en disputas territoriales ha sido un pilar fundamental del orden de seguridad posterior a la segunda guerra mundial. El pronunciamiento del secretario de Estado de EEUU es un regalo para los líderes autócratas de todo el mundo.

Narendra Modi, el primer ministro de India que destrozó las regulaciones constitucionales de autogobierno para la dividida región de Cachemira en los Himalayas en agosto pasado, debe estar feliz. También deben estarlo Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco que se ha apoderado de tres enclaves en Siria, y Vladimir Putin, cuyos “hombrecitos verdes” le arrebataron Crimea a Ucrania, en contravención del derecho internacional, en 2014.

Un enfoque de política exterior estadounidense basado en reconocer lo que el Sr. Pompeo llamó la “realidad sobre el terreno” en lugar de defender los principios legales representa una regresión a un orden internacional de “quien tiene el poder tiene la razón”. La UE se apresuró a reiterar que considera que toda actividad de asentamiento israelí es ilegal según el derecho internacional. El abandono por parte de Washington de ese principio hace del mundo un lugar más peligroso.

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