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UE se pone a la altura para hacerle frente a la crisis del COVID-19

Un plan radical de Alemania y Francia transforma las posibilidades de Europa

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UE se pone a la altura para hacerle frente a la crisis del COVID-19
Angela Merkel. (EFE/STEPHANIE LECOCQ/ARCHIVO)

La Unión Europea (UE) nació de catástrofes y ha avanzado a través de crisis. Hoy enfrenta amenazas en diversos frentes. Si no se pone a la altura de estos retos, incluso pudiera desintegrarse. Afortunadamente, Angela Merkel entiende esto. La canciller alemana sigue siendo la confiable líder del indispensable país europeo. Al acordar un nuevo y radical plan financiero con el presidente francés Emmanuel Macron, ella ha transformado las posibilidades de la UE. Es otro momento de hacer “lo que sea necesario”, esta vez de parte de los principales políticos de Europa, confirmando que Alemania y Francia sólo dejarán que la UE fracase si sus electorados descartan a sus élites, como lo han hecho los estadounidenses y los británicos. Pero la historia ha marcado a los pueblos de estos dos países de una manera extremadamente profunda como para permitir que se arriesguen a una política infantil similar.

Recordemos la historia de la UE. La Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y la Comunidad Económica Europea (CEE) se crearon en reacción a la Segunda Guerra Mundial. El mercado único fue una respuesta al decaimiento económico de la década de 1970. La unión monetaria se acordó en 1991 en reacción a la unificación alemana. La creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), y la transformación del Banco Central Europeo en un banco central moderno, fueron el resultado de la crisis financiera de la eurozona.

Ahora se ha presentado el desastre económico de Covid-19, con rápidas disminuciones sin precedentes en la producción anticipada para este año, y con una incierta recuperación por delante. Sin embargo, mucho más que esto está amenazando a la UE. Un EEUU nacionalista se ha vuelto en contra de la idea misma de la integración de la UE. El Reino Unido se ha apartado hacia el Atlántico medio. China y Rusia se han embarcado en una política de “divide y vencerás”. Quizás lo más importante es que la mal manejada crisis financiera de la eurozona dividió a los Estados miembros e impulsó a Italia, sobre todo, hacia el euroescepticismo. Una encuesta ha indicado que, en un referéndum del “Italexit”, el 42 por ciento de los italianos actualmente votarían para salirse.

Covid-19 ha afectado a los miembros de la UE desigualmente en términos de muertes y de efectos económicos pronosticados. El consenso de las previsiones es que, este año, el producto interno bruto (PIB) de Italia se reducirá un 11 por ciento, comparado con un 7 por ciento en Alemania. Es probable que sea aún peor. El Banco Central Europeo (BCE) está preparado para actuar, para mantener manejables los diferenciales de la deuda pública. Pero, con un asombroso acto de secesión del orden legal de la UE, el tribunal constitucional alemán ha socavado la credibilidad del BCE.

Es sólo en este peligroso contexto que se puede entender la propuesta de los líderes de Alemania y de Francia de un nuevo fondo de €500 mil millones y un aumento posterior a €750 mil millones por parte de la Comisión Europea, en lo que llama la “UE de la próxima generación”. Como respuesta ante la crisis inmediata, puede que esto no sea decisivo. Pero, en términos del futuro a largo plazo de la UE, es simbólica y prácticamente transformativa aunque no se trate del ampliamente discutido “momento de Hamilton”. Estos dos líderes planean hacer lo que sea necesario para preservar la UE; debería, una vez más, ser suficiente.

La UE es voluntad política hecha carne institucional. En 2012, yo respondí al escepticismo generalizado en los círculos financieros estadounidenses acerca de la supervivencia de la eurozona señalando que Alexis de Tocqueville, escribiendo en la década de 1830, dudaba que EEUU pudiera sobrevivir la secesión de los estados. Pero el Norte resultó tener la voluntad y el poder necesarios. Del mismo modo, existe una tendencia de personas fuera de la UE a subestimar lo que ella significa para los miembros principales. Este acuerdo es un recordatorio.

En el futuro inmediato, la respuesta a la crisis económica provendrá principalmente de las políticas fiscales nacionales, aunque respaldadas por el BCE. Pero éste último debe ser impulsado por la propuesta franco-alemana, la cual ahora ha terminado en el nuevo plan de la comisión. Los “cuatro frugales” (los Países Bajos, Austria, Dinamarca y Suecia) intentarán detener esto. Se puede anticipar que fracasen en su intento.

El nuevo fondo de la comisión consta de €440 mil millones en subvenciones (un elemento crucial), €60 mil millones en garantías y €250 mil millones en préstamos. Dos tercios de las subvenciones se canalizarán a través de un “Mecanismo de Recuperación y Resiliencia”. Los fondos se recaudarían en los mercados de capitales entre 2021 y 2024, para ser distribuidos a lo largo de varios años. Para poner los €750 mil millones en contexto, es cerca del 1.5 por ciento del PIB de la UE en tres años.

Tal como lo ha argumentado Anatole Kaletsky, de Gavekal, la propuesta franco-alemana es mucho más significativa de lo que sugieren números tan modestos. La propuesta incluye dos innovaciones: la capacidad de la comisión para pedir prestado por su cuenta y así crear una nueva clase de bonos de la UE; y el hecho de que el préstamo se financiará con nuevos impuestos, a nivel europeo, sobre las emisiones de carbono o sobre las transacciones financieras y digitales. El apalancamiento sobre los ingresos fiscales permitido por la capacidad de pedir prestado pudiera ser enorme. Si, por ejemplo, la UE emitiera un bono irredimible al 1 por ciento (una suposición conservadora), pudiera pedir prestados €100 mil millones, para siempre, sobre €1 mil millones de ingresos anuales. Eso es algo extremadamente importante.

Sin embargo, no se trata, estrictamente hablando, de un “momento Hamilton”, lo cual significa la forma en que Alexander Hamilton, el primer secretario del Tesoro estadounidense, utilizó los poderes del gobierno federal para transferir al balance federal las deudas que habían incurrido los estados durante la guerra de independencia. En el caso de la UE, éste no es un plan para asumir deuda. Además, de manera crucial, la UE no cuenta con un proceso político federal. Las decisiones presupuestarias deben tomarse por unanimidad. Sin embargo, representa un gran paso adelante simbólicamente, ya que demuestra solidaridad, y prácticamente, ya que crea un nuevo instrumento financiero a ser financiado por los impuestos de la UE.

Sea lo que sea, éste es un “momento Merkel”. Una vez más, esta líder política, siempre cautelosa, ha tomado una decisiva acción. La UE está asediada desde afuera y desde dentro. ¿Será esta propuesta suficiente para resistir estas presiones? Yo espero que sí lo sea. La idea europea fue una respuesta al nacionalismo destructivo. Tiene que sobrevivir.

©The Financial Times Ltd, 2020. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribuido o modificado de manera alguna. Diario Libre es el único responsable por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabilidades por la precisión o calidad de la traducción.?

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