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Utopías tecnológicas pueden ser contraproducentes para empleados

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Utopías tecnológicas pueden ser contraproducentes para empleados
Vista del iPhone X. (AP/ MARCIO JOSE SÁNCHEZ.)

No tiene sentido exigir que los empleados se muevan continuamente para realizar su trabajo.

El iPhone X era el foco del evento de lanzamiento de Apple el martes, pero el lugar donde se llevó a cabo era igualmente llamativo. Tim Cook, el director ejecutivo, dio a conocer el dispositivo en el teatro Steve Jobs, un elegante auditorio en Apple Park, su nueva sede en Cupertino.

Apple Park — un campus de US$5 mil millones con capacidad para 12,000 empleados y que cuenta con un vasto edificio circular que rodea un parque con robles y árboles frutales — es un emblema de la tendencia más reciente de la industria tecnológica estadounidense. Una industria de empresas “startup” fundada en garajes quiere rediseñar la actividad de los empleados, impulsando a los ingenieros a levantarse de sus escritorios e intercambiar ideas.

Apple Park es “un edificio que está empujando el comportamiento social hacia nuevas fronteras con respecto a la manera en la que la gente trabaja”, comentó Stefan Behling de Foster + Partners, sus arquitectos, en un vídeo oficial. Apple no es la única en hacerlo: Amazon planea una segunda oficina central de US$5 mil millones, y Nvidia, un fabricante de chips, ha construido una oficina de dos pisos con espacios en su centro diseñados para “provocar colisiones”.

La visión es tan ambiciosa como la de Louis Sullivan, el arquitecto de los primeros rascacielos estadounidenses, cuyo ensayo de 1896, ‘El edificio de oficinas alto considerado artísticamente’, declaró que la altura era “un camino elevado hacia un arte natural y satisfactorio”. El contraste es que, en lugar de rascacielos que dividen al personal entre pisos, se están construyendo utopías en campus amplios y planos.

Pero las utopías son complicadas: las personas no siempre disfrutan de las colisiones, ni de que se les impulse su comportamiento social. Tal y como John O’Brien, el director sénior de bienes raíces en Nvidia, declaró: “A los seres humanos no les gusta el cambio, y a los ingenieros les gusta todavía menos”. Existen razones para estar reacios a que se les imponga relacionarse: las personas a menudo logran más cuando se les deja en paz.

El vergonzoso secreto de numerosas transiciones corporativas a las oficinas de planos abiertos y a la tendencia del “hot desking” (escritorios compartidos por varios empleados) es el deseo de ahorrar dinero. Conforme los patrones de trabajo se vuelven más flexibles y la tecnología facilita el trabajo a distancia, un estudio descubrió que el escritorio promedio sólo se ocupa la mitad del tiempo. Asignarles a todos casilleros y decirles que busquen un escritorio que no esté ocupado cuando lleguen a la oficina cuesta menos.

Pero la motivación de la industria tecnológica es otra. Su principal motivación para reconfigurar estos campus no es el costo sino el ingreso, la creencia de que la innovación surge de la colaboración y de que es inhibida por las paredes y por los pisos. En Apple y en Nvidia todo el mundo tiene su propia estación de trabajo, y estos edificios también les permiten reunirse y compartir cuando trabajan juntos en proyectos.

El epítome es el “trabajo basado en la actividad”, una estrategia de diseño de oficinas iniciada por la consultora Veldhoen a mediados de la década de 1990 en los Países Bajos, usada en empresas como la aseguradora Interpolis. En lugar de permanecer en un solo sitio, el personal debe moverse entre zonas durante el día laboral, dependiendo de si están trabajando normalmente, concentrándose en silencio, o colaborando.

Esto puede generar incertidumbre en los empleados, quienes tienen una tendencia humana a gravitar hacia un cierto lugar. Se ha reportado que algunos ingenieros de Apple estaban consternados por tener que trabajar en los recién diseñados “pods” (espacios laborales) de plano abierto en Apple Park.

Como resultado, el trabajo basado en actividades a menudo no funciona como se anticipaba. Un estudio de Leesman, un grupo de investigación de trabajo, descubrió que, si bien a menudo aumenta la productividad, numerosos empleados se aferran a los hábitos familiares. Alrededor del 70 por ciento de los que trabajan en lugares que siguen el modelo del trabajo basado en la actividad se han anclado en un solo escritorio, lo cual, según lo concluido por el estudio, “parece ser un fracaso catastrófico”.

También es un desperdicio, dada la cantidad de ambición y de dinero que se le dedica a la configuración de estas oficinas. Debe existir algo que incentive a los empleados o no van a cambiar sus maneras de actuar, no importa cuánto empeño pongan las compañías en deshacerse de las paredes para crear espacio o en alterar los muebles.

Las compañías debieran empezar por reconocer lo que sus empleados temen perder. Gensler, la firma arquitectónica que diseñó el nuevo edificio de Nvidia, señaló en un estudio que los trabajadores se enfrentan a “menos espacio, a menos privacidad...a más distracciones” en las oficinas, así como a pasar más horas trabajando. La colaboración tuvo que equilibrarse con “prolongados períodos de enfoque ininterrumpido”.

También necesitan aceptar que no todo tipo de profesional trabaja de manera similar. Algunos trabajos requieren el tipo de movimiento constante de discusiones comunales a enfoque individual que el diseño del trabajo basado en la actividad está supuesto a facilitar. En otros casos, los empleados trabajan más eficientemente en un mismo lugar todos los días, y empujarlos a migrar a través de la oficina es una distracción inútil.

El Sr. Sullivan influyentemente escribió que “la forma siempre sigue a la función”, y concluyó que en los rascacielos, “los niveles de oficinas típicas, que tengan la misma función invariable, continuarán en la misma forma invariable”. Ésta era la plantilla de principios del siglo XX: piso tras piso de pequeñas oficinas, “similares a una celda en una colmena de abejas, simplemente un compartimento”.

Un siglo más tarde, los cambios en la tecnología y en los patrones de trabajo han erosionado la necesidad de uniformidad. La oficina del siglo XXI desempeña una variedad de funciones y tiene que asumir diversas formas. Los campus de Silicon Valley funcionarán si son lo suficientemente flexibles como para darle cabida a la diversidad, no si son utopías tecnológicas que intentan reorganizar el comportamiento de las personas que están dentro.

Por John Gapper (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved.

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