Concepto inverso
En la economía nada se considera bueno o malo de forma permanente
Gustavo Volmar
En el esquema tradicional de comercio entre países desarrollados y subdesarrollados, los primeros vendían bienes manufacturados a los segundos, tales como medios de transporte, electrodomésticos, maquinarias, plantas eléctricas y equipos agrícolas. Los segundos, a su vez, vendían a los primeros minerales y productos agrícolas. La República Dominicana, por ejemplo, adquiría manufacturas de los EEUU, Europa y Japón, y exportaba azúcar, café, tabaco, bauxita, guineos, cacao y ferroníquel.
Ni los gobiernos ni las empresas de las naciones desarrolladas encontraban, en ese entonces, nada malo con ese esquema comercial. Veían su composición como un resultado natural de la brecha en el grado de avance tecnológico de las partes involucradas, y también como un reflejo de la diferencia en el poder adquisitivo de los consumidores. Desde esa óptica, cada país producía y exportaba aquellos bienes en los que tenía una ventaja relativa, y todos se beneficiaban del intercambio comercial. Los países subdesarrollados se percataron de que bajo ese esquema sus posibilidades de elevar el ingreso promedio de su población eran limitadas. Comenzaron a hablar de valor agregado, productividad y salarios reales, y a reclamar un cambio en la composición del comercio, pero la respuesta de los desarrollados no fue entusiasta. Las circunstancias, sin embargo, hacen cambiar los conceptos.
En la octava Cumbre de las Américas, el representante de los EE.UU. indicó que su país compra bienes manufacturados a las naciones de la región, mientras China les compra materias primas y productos agrícolas. Eso hace de los EEUU, afirmó, un mejor socio comercial que China. Es decir, la estructura del intercambio que prevaleció en el pasado sin ser cuestionada, es ahora señalada como inconveniente para América Latina y presentada como prueba de la actitud predadora de los chinos. En la economía nada se considera bueno o malo de forma permanente.
Gustavo Volmar
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