Deriva autoritaria

Destacados analistas políticos han comentado acerca de lo que ellos describen como el fortalecimiento de regímenes iliberales en varias partes del mundo. Mencionan casos como los de Rusia, China, Turquía, Polonia y Hungría, cuyos líderes han reforzado su control sobre las estructuras estatales, en desmedro de la libertad de expresión.

Es interesante observar, sin embargo, que ninguno de esos y otros países en iguales circunstancias ha tenido una prolongada tradición democrática. Han pasado más años sometidos a tiranías y absolutismos de uno u otro género, que bajo sistemas en los que la población pueda efectivamente influir en la selección y las atribuciones de los dirigentes. Carecen de instituciones sólidas adaptadas al pluralismo democrático, y están acostumbrados a que los asuntos más vitales sean debatidos y resueltos dentro de esferas restringidas que detentan el poder. De los zares rusos, dinastías chinas, emperadores otomanos y otros tipos de monarcas arribaron a estructuras políticas controladas por militares, revolucionarios o líderes carismáticos.

En esas condiciones la economía emerge como el factor determinante de la estabilidad. El mayor peligro que esos regímenes enfrentan es la posibilidad de un deterioro económico. Si la economía marcha bien, la población la valorará más que a restricciones en derechos y libertades de las que realmente nunca disfrutaron. Si, por el contrario, la economía anda mal, el descontento cundirá y esos regímenes tendrán que recurrir a la represión para poder sostenerse, como sucede en Corea del Norte.

Dado que en gran parte del planeta las libertades no han sido parte de su historia, queda implícita la existencia de amplias oportunidades en muchos lugares para el desarrollo y consolidación de esquemas políticos autoritarios. Esos regímenes podrán navegar con relativa tranquilidad, siempre que el crecimiento económico haga de la población una aliada de la estabilidad.

Gustavo Volmar