Ideal de clase

Aunque su apellido parece decirlo todo, su identidad es menos conocida que lo que se puede creer. Se le define por su ubicación, pero se desconocen varias de sus demás características. Se le presume homogénea, sin serlo necesariamente. Y aún su tamaño está sujeto a discusión. De la clase media sólo se sabe con certeza que es la que está en el medio.

El presidente Medina presenta como un logro legítimo de su administración gubernamental la expansión de la clase media dominicana, la cual afirma ha crecido hasta abarcar cerca de una tercera parte de la población. Pero a pesar de ser muy mencionada, la clase media está rodeada de incógnitas en cuanto a su alcance y significado.

Siguiendo los criterios del legendario sociólogo Max Weber, por lo regular se le describe como el segmento de la población que se encuentra entre la clase trabajadora y la clase superior. Es evidente, por lo tanto, que es un concepto relativo, interpretable dentro del contexto vigente en un país determinado.

Para precisar su rango se suele utilizar el ingreso, por ser éste la medida más objetiva de la que se dispone. Pero con frecuencia a sus integrantes se les atribuyen implícitamente rasgos comunes de comportamiento, y se habla de sus hábitos, valores, preferencias, temores, creencias y aspiraciones como si pudieran ser analizados como un bloque. Se les asignan virtudes de laboriosidad, tenacidad y frugalidad, lo que les da una aureola de mérito y hace atractivo ser parte de ese grupo. Los que están por debajo desean ascender, y muchos de los que están por encima proclaman ser parte de ella.

La educación debe ser un rasgo distintivo de la clase media. Si únicamente se toma en cuenta el ingreso, pierde la cohesión requerida para actuar como factor de estabilidad política y guía para el futuro del país. Prevalece, en ese caso, un ambiente de rapacidad oportunista, en el que conseguir dinero de cualquier forma marca el rumbo de la nación.

Gustavo Volmar