Juego de exhibición

Argumentos de tipo económico pesaron mucho cuando el calendario electoral dominicano fue modificado a fin de retornar al esquema de comicios cada cuatro años, dejando atrás la separación entre las elecciones presidenciales y las del Congreso y municipios. Prevaleció el criterio de reducir el gasto y desajuste que ir a las urnas cada dos años implicaba, a pesar de que se admitía la conveniencia de reducir la influencia del Poder Ejecutivo sobre la selección y el comportamiento de los demás candidatos. Fue sin duda un sacrificio significativo, pues ahora los votantes deben esperar cuatro años para manifestar su parecer respecto de las actuaciones de un partido gobernante.

El costo económico de la democracia ha sido discutido durante mucho tiempo. De hecho, muchas figuras notables a nivel político y académico consideran que las estructuras multipartidarias que generan gobiernos débiles son poco aptas para sacar a los países pobres de la inercia del subdesarrollo, y se inclinan por regímenes con la fortaleza necesaria para aplicar reformas básicas, como ocurrió en China, Singapur y otros lugares. El gasto directo en los comicios es sólo parte de ese costo, pudiendo ser más significativo el trastorno derivado de la posposición de decisiones, el derroche de fondos o el incremento en los déficits fiscales.

Hay casos en los que el costo parece ser innecesario. En Argentina, donde en octubre próximo serán elegidos los nuevos miembros del Congreso, tuvo lugar este mes una elección primaria simultánea para que todos los partidos seleccionaran a sus candidatos. Ocurre, sin embargo, que las grandes fuerzas políticas tenían un solo candidato en la mayoría de las demarcaciones, por lo que el resultado era conocido de antemano. Dado ese hecho, se tomó el número de votos recibidos por cada uno de ellos como un preludio de lo que sucederá en octubre. Es decir, como un juego de fútbol de exhibición previo al juego verdadero.

Gustavo Volmar