Víctimas colaterales

En cualquier guerra es improbable que sólo mueran o salgan heridos los militares. Pueden también ser lesionados los civiles que quedan atrapados en medio del conflicto. Y aun los que están fuera de la zona de batalla, pueden ser afectados por escasez de alimentos, epidemias, desplazamientos de personas, dislocación de los sistemas de transporte o fallos en el suministro de energía y combustible.

Las amenazas de guerra comercial entre los EEUU y sus principales socios comerciales, entre ellos Europa, China, Canadá y México, deben inquietar a otras naciones también, incluyendo a nuestro país, dada la posibilidad de que puedan convertirse en víctimas colaterales de las agresiones y represalias inherentes a un conflicto.

La razón la expone la Organización Mundial del Comercio (OMC). Años atrás las exportaciones de un país estaban compuestas mayormente por artículos producidos casi íntegramente en ese país. Era así, por ejemplo, para los automóviles, las televisiones o las neveras que los EEUU nos vendían. El acero, los plásticos, los vidrios, los motores, las pinturas, los alambres y otros materiales usados en la fabricación procedían de allá. “Hecho en los EEUU” tenía un significado real.

Hoy en día las cadenas de producción se han fragmentado, y son los eslabones individuales los que dominan el comercio internacional de bienes industrializados. Según la OMC, la vulnerabilidad de un país a un conflicto comercial que no lo involucre directamente puede medirse por un índice, calculado como el porcentaje del PIB representado por la suma de los valores agregados externos en sus exportaciones e internos en sus importaciones. Países como Corea del Sur, Taiwán y Singapur están muy expuestos. En Latinoamérica, Chile encabeza la lista, muy por encima de Argentina.

Otros estimados enfocan la incidencia sobre los mercados de acciones, siendo más vulnerables aquellos liderados por corporaciones dedicadas a la exportación.

Gustavo Volmar