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Herramientas digitales pueden ser un recurso para impulsar la democracia

Las tecnologías descentralizadas permiten la participación pública en una gran variedad de asuntos complejos

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Herramientas digitales pueden ser un recurso para impulsar la democracia
Audrey Tang, ministra digital Taiwán.

El poder de las grandes compañías tecnológicas para aplastar la competencia y degradar la democracia liberal es una de las historias más repetidas de nuestra época. Es la razón por la que la Comisión Federal de Comercio de EEUU anunció recientemente que volvería a examinar las viejas adquisiciones realizadas por grandes compañías tecnológicas. También es la razón por la que todavía hay preocupaciones de que los intereses políticos en todas partes estén manipulando datos y redes sociales para beneficio propio.

Pero hay un ejemplo de lo contrario: el poder de la tecnología descentralizada para apoyar a los individuos y las democracias liberales en todo el mundo, incluso cuando los Estados de vigilancia los amenazan.

Taiwán es un buen ejemplo de este fenómeno. Recientemente entrevisté a la ministra digital del país, Audrey Tang, una programadora de software libre y autodenominada “anarquista conservadora” quien primero alcanzó notoriedad durante el Movimiento Girasol de 2014 protestando contra el creciente poder de Beijing en la política y economía del país.

La Sra. Tang fue una de los “piratas informáticos cívicos” que ayudaron a movilizar a las personas en línea, y ahora utiliza registros distribuidos, votación cuadrática y varias plataformas de código abierto en línea para facilitar una mayor democracia participativa en Taiwán.

Aproximadamente la mitad del país ahora participa en la gobernanza digital mediante una plataforma en línea que le permite al público opinar sobre todo, desde las legislaciones laborales (¿debe permitírsele a Uber operar en Taiwán? Sí. ¿Puede debilitar las tarifas de taxi tradicionales? No) hasta proponer sus propias legislaciones, incluyendo la prohibición de pajillas de plástico en bebidas para llevar.

Alrededor de 10 millones de personas ahora están activas en la plataforma, no sólo ayudando a elaborar leyes, sino también verificando la veracidad de las declaraciones de los políticos. El gobierno de Taiwán exige que las agencias estatales rebatan cualquier declaración falsa hecha en línea o en las redes sociales en relación con sus áreas de responsabilidad en un plazo de dos horas. Los usuarios también participan en “hackatones presidenciales” que tienen como objetivo producir soluciones innovadoras a los problemas públicos. Aprenden — como parte del plan de estudios de las escuelas públicas — acerca de cómo ser “custodios de datos” en lugar de simples consumidores de datos.

Se toman en serio la transparencia: la Sra. Tang publica todas las entrevistas con la prensa en línea a los pocos días de ocurrir. Parece estar progresando mucho en cuanto a generar confianza en el sistema de gobernanza del país.

Un informe de un grupo de investigación sueco llamado V-Dem reveló que Taiwán estaba sujeto a más desinformación que casi cualquier otro país, gran parte de la cual provenía de China continental. Sin embargo, la popularidad de los políticos a favor de la independencia está creciendo, lo cual la Sra. Tang considera un fenómeno circular. Cuando los políticos facilitan una participación más directa, el público comienza a confiar más en el gobierno. En lugar de que las redes sociales creen “un falso espíritu de nosotros contra ellos”, señala, las tecnologías descentralizadas han “facilitado un espíritu de realidad compartida” en Taiwán.

Lo mismo parece ocurrir en varios otros países, incluyendo Israel, donde el líder del Partido Verde y ex activista de Occupy, Stav Shaffir, externalizó la experiencia en tecnología para desarrollar una aplicación de análisis de datos personalizada que le permitió transparentar los datos del Tesoro, previamente opacos. Ahora ella encabeza un grupo de transparencia de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que les enseña a otros políticos cómo hacer lo mismo. Parte del poder de las tecnologías descentralizadas es que permiten, a escala, el tipo de participación pública sobre una gran variedad de asuntos complejos que habría sido imposible en la era analógica. Considere la “votación cuadrática”, un concepto que ha sido popularizado por el economista Glen Weyl, fundador del movimiento RadicalxChange, cuyo objetivo es habilitar una democracia más participativa. A diferencia de un voto binario de “sí” o “no” a favor o en contra de algo, la votación cuadrática permite que un gran grupo de personas use una plataforma digital para expresar la fuerza de su deseo sobre varios temas.

Por ejemplo, Chris Hansen, cuando dirigió el comité de asignaciones en la Cámara de Representantes de Colorado, utilizó la votación cuadrática para ayudar a su partido a clasificar y determinar rápidamente cuánto de su presupuesto de US$40 millones debía asignarse a más de 100 propuestas.

Del mismo modo, los conservadores canadienses están considerando usar técnicas cuadráticas para ayudar a asignar fondos públicos a los medios. Numerosos gobiernos estatales, locales y nacionales también han utilizado la votación cuadrática para evaluar las prioridades públicas en torno a temas polémicos, como los derechos a portar armas en Japón.

Esto comienza a abordar uno de los problemas fundamentales en la política democrática actual: la falta de un punto medio. Una de las consecuencias más nefastas del surgimiento de las grandes plataformas tecnológicas ha sido la creciente polarización política mediante la amplificación de puntos de vista extremos. Esto está respaldado por un modelo de negocio de publicidad dirigido que les brinda a los usuarios cada vez más contenido sensacional (y seleccionable). Eso a su vez nos empuja cada vez más profundamente dentro de burbujas cognitivas de nuestra propia creación.

Y, sin embargo, aunque parezcamos más divididos que nunca, a muchas personas a ambos lados del espectro político les preocupan los mismos problemas: educación, atención sanitaria, pensiones, etc. Para superar estas divisiones habrá que reconstruir la confianza en el sistema mismo.

Eso podría implicar el aprovechamiento de la tecnología no desde un enfoque de arriba hacia abajo sino de abajo hacia arriba.

©The Financial Times Ltd, 2020. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribuido o modificado de manera alguna. Diario Libre es el único responsable por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabilidades por la precisión o calidad de la traducción.?

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