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Increíble para nosotros

En la noche del pasado martes 15 de agosto, un acontecimiento tuvo lugar en Taiwán, país con el que la República Dominicana mantiene relaciones diplomáticas. Pero lo que sucedió allá, un gran apagón, no habría tenido aquí, ni por asomo, una trascendencia similar.

Debido a un error humano seis grandes generadores de electricidad salieron de línea en una planta en el noroeste del país, provocando un desequilibrio en la red que afectó a otros generadores. Unos siete millones de hogares dejaron de recibir la energía, trastornando la comodidad nocturna de un apreciable porcentaje de los 24 millones de habitantes de la isla. El miércoles en la mañana, sin embargo, el servicio había sido totalmente reestablecido.

La diferencia con lo que hubiera sucedido aquí estuvo en las consecuencias del acontecimiento. El precio de las acciones de algunas compañías descendió y el comportamiento del mercado fue lento en las primeras horas luego de su apertura. Los mayores conglomerados empresariales se apresuraron a emitir declaraciones públicas acerca del impacto que el apagón había tenido sobre ellos, a fin de tranquilizar e informar a sus clientes, suplidores e inversionistas. La falta de luz en los semáforos dislocó el tráfico, pues los conductores están habituados a obedecerlos, sin agentes de AMET que antojadizamente dirigen el tránsito aún con los semáforos funcionando. Al ser las plantas de emergencia escasas por ser innecesarias, fue duro moverse en edificios altos sin los ascensores. Las empresas y departamentos oficiales involucrados se reunieron de emergencia a media noche para evaluar lo sucedido y aplicar medidas correctivas. Restaurantes y otros servicios tuvieron que dejar de operar. La Presidenta de la República se disculpó ante la nación por lo ocurrido y prometió reformar el sistema. Y el Ministro de Asuntos Económicos puso su cargo a disposición del Primer Ministro, el cual aceptó su renuncia.