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Las razones por las que los bancos centrales no quiebran

Carta enviada por el asesor del Banco Central, Julio G. Andújar Scheker

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Las razones por las que los bancos centrales no quiebran
Banco Central de la República Dominicana.

El asesor económico del Banco Central dominicano Julio G. Andújar Scheker, reaccionó a una publicación de Diario Libre que reseñó las declaraciones del economista Pavel Isa Contreras sobre la situación financiera del Banco Central de la República Dominicana.

En la nota se refirió las declaraciones de Isa Contreras de que el Central era un banco quebrado, debido “a que tiene una deuda enorme y no tiene con qué pagarla”.

A continuación, se publica inextenso la carta que remitió a DL, Andújar Scheker.

Los bancos centrales no quiebran

Carta dirigida a Adriano Miguel Tejada

Director del periódico Diario Libre

Estimado director:

El pasado martes 14 de mayo el periodista Amílcar Nivar publicó en el periódico Diario Libre, que usted dirige, una noticia titulada “Reconocido economista dice Banco Central está quebrado”. En dicha entrega citaba al reputado economista y amigo, Dr. Pavel Isa Contreras, como autor de la frase “el Banco Central de la República Dominicana está quebrado”. Conociendo el nivel de formación del Dr. Isa Contreras y la seriedad con que tiende a abordar temas tan delicados como el referido en el título de la noticia mencionada y sin poner en tela de juicio la buena intención del comunicador, contacté al colega economista para verificar en qué contexto se había expresado en esos términos sobre la institución emisora del país.

El Dr. Isa Contreras me explicó que fue abordado por el periodista Nivar para escuchar su opinión sobre una presentación que había realizado esa semana el gobernador del Banco Central de la República Dominicana (BCRD) sobre los resultados de la economía dominicana durante el primer trimestre del presente año. Me comentó que, luego de explicar los factores externos e internos que habían permitido el gran dinamismo económico del primer trimestre (lo cual no fue reseñado en la noticia), se refirió al tema de la deuda pública consolidada y en particular a la deuda del Banco Central, momento en que utilizó la desafortunada frase de que el Banco Central está quebrado como forma de lograr “respuestas y un apoyo efectivo por parte de Hacienda”. Inmediatamente, le hice ver su error al expresarse en esos términos debido a que la noticia podía ser magnificada, como en efecto ocurrió, y generar inquietudes infundadas en el público no especializado.

Como asesor económico de la Gobernación y del Banco Central de la República Dominicana y habiendo conversado con el Dr. Isa Contreras, tengo la obligación de hacer una aclaración contundente sobre las razones por las cuales los bancos centrales no quiebran. Es ese el motivo de esta misiva. Resulta imperativo entender que la deuda actual del BCRD no es el resultado de un mal manejo financiero. Mucho menos implica riesgos de impago o de insolvencia por parte de la institución monetaria. Es más bien consecuencia de una crisis bancaria sistémica que le costó al país 20 % del producto interno bruto e hizo colapsar la estabilidad macroeconómica, provocando una estampida de capitales en un entorno de gran incertidumbre caracterizado por niveles crecientes de depreciación e inflación.

Como es de su conocimiento, estimado director, un banco central es la única institución a lo interno de un país autorizada, por sus leyes y por su constitución, a emitir billetes y monedas de libre circulación con el objetivo de suplir la demanda de dinero real y garantizar la estabilidad macroeconómica y de precios. Dado ese poder de emisión de dinero, los bancos centrales siempre cuentan con los recursos para pagar todos sus compromisos, lo que prácticamente los convierte en instituciones cero-riesgo de clasificación crediticia AAA, para hacer uso del lenguaje de los calificadores internacionales de riesgo. En el caso particular de la República Dominicana es virtualmente imposible identificar un simple episodio de impago desde que se fundara el Banco Central hace más de setenta años, en 1947.

Es preciso comprender que los bancos centrales no son empresas privadas donde prima el objetivo de generar ganancias. En las empresas privadas la falta de capital puede degenerar en problemas de insolvencia y en última instancia, generar situaciones de quiebra. Sin embargo, lejos del fin lucrativo, los bancos centrales son entidades llamadas a preservar la estabilidad macroeconómica y el buen funcionamiento de la economía de los países. Su objetivo es cumplir esta tarea al margen de potenciales beneficios económicos o del estado de capitalización en que se encuentren. En el caso particular del Banco Central dominicano, la responsabilidad de preservar la estabilidad nos la tomamos muy en serio y más que nadie lo hacen las propias autoridades monetarias.

Para constatar la veracidad de esta lógica argumentativa basta observar lo ocurrido durante la crisis financiera internacional de 2008, originada en el mercado de viviendas de Estados Unidos con los activos tóxicos conocidos como hipotecas sub-prime. En ocasión de tan nefasto evento, los bancos centrales actuaron con firmeza priorizando su mandato constitucional de preservar la estabilidad económica por encima de cualquier consideración de índole contable. En ese sentido, el banco central estadounidense conocido como la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo y otros bancos centrales de países desarrollados hicieron uso intensivo de sus facultades como entes emisores para proveer liquidez a las instituciones financieras en riesgo, sin que nadie en su sano juicio cuestionara la solvencia de estos organismos respetables cuyas acciones lograron enrumbar la economía mundial a puertos más seguros.

Existe por igual un amplio historial de las respuestas de los bancos centrales de economías emergentes a diversas crisis financieras y los efectos que estas acciones han tenido en los estados contables de dichas instituciones, sin que se haya cuestionado su solvencia o su capacidad de pago. Un ejemplo emblemático es el caso de Chile, la economía con mayor nivel de desarrollo en América Latina, que enfrentó en los años ochenta una crisis bancaria cuyos efectos en los estados financieros se han ido mitigando por casi cuarenta años. Otros países de la región con bancos centrales altamente creíbles como Colombia, Perú, Brasil, Uruguay y Costa Rica, por mencionar algunos, también han jugado su rol de prestamistas de última instancia en distintos momentos históricos, enfrentando distintas crisis y obviando consideraciones de carácter contable.

Estimado director, el activo más importante que tiene un banco central en cualquier parte del mundo es su credibilidad. Más aún, el buen funcionamiento del sistema financiero de un país se cimienta en la confianza de los agentes económicos en los bancos centrales de actuar con trasparencia y responsabilidad. En nuestro país, la importancia de la credibilidad en el sector financiero queda de manifiesto en el artículo 80 de la Ley 183-02, que establece normas penales para personas físicas o jurídicas que difundan rumores infundados sobre la liquidez o solvencia de entidades de intermediación financiera y sobre la estabilidad cambiaria.

No es mi intención señor director, apuntar con dedos acusatorios a personas específicas. Mucho menos busco cuestionar el importante aporte que hace a la sociedad dominicana el diario que usted tan diligentemente dirige, ventilando abiertamente las discusiones económicas. Simplemente, como asesor económico de la institución a la que se hace referencia, no podía dejar de advertir los peligros que entraña el uso inadecuado de las opiniones económicas para titular una noticia sin consultar a la parte afectada, en este caso el Banco Central, con una expresión alarmista que además de no guardar relación con la realidad, no contiene la intención real de lo expresado por el entrevistado y peor aún, podría ser utilizada por personas desaprensivas para llevar intranquilidad y falsas expectativas a la sociedad dominicana.

Finalmente, quiero expresarle que estas aclaraciones las hago con el debido respeto, usando el derecho a réplica de nuestra institución.

Al despedirme, con sentimientos de mucha consideración y estima, aprovecho la ocasión para solicitar su anuencia de manera tal que esta carta sea publicada en su prestigioso diario.

Saludos atentos,

Julio G. Andújar Scheker, Ph.D

Asesor Económico

Banco Central de la República Dominicana

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