Lo que se hace con dignidad para ganar un “dinerito” extra
Nazaret Espinal
SANTO DOMINGO. Una de las tantas características del dominicano es que sabe buscársela. Y como el “costo de la vida sube otra vez”, cada vez hay más razones que justifican las alternativas laborales que distan mucho de la carrera universitaria pero que no resta, en absoluto, la calidad. Profesionales de dos aguas que persiguen sus sueños mientras se ganan un dinerito extra. Nada mal, ¿no?
Eda Caro
Profesión: Administración de empresas
Alternativa financiera: Repostería personalizada por encargo
Trabajo: Gerente de mercadeo, ventas y administración de una empresa local
Instagram @edacupcakes
Todo empezó hace unos siete años de una manera muy casual. La repostería siempre le había coqueteado pero nunca había tenido el tiempo para aprender y dedicarse a ella. Hasta que sucedió: se encontraba de licencia post parto de su segundo hijo y aprovechó para tomar el curso de repostería que había querido hacer toda su vida. Fue un flechazo inmediato. “En ese momento descubrí mi pasión”, confiesa.
Hizo su primer bizcocho como estudiante y, solo con la intención de compartir el orgullo de su trabajo, lo publicó en Facebook. De inmediato un amigo le escribió para encargarle unos cupcakes para el cumpleaños de su hija. “Así comenzó todo. En lo adelante siguieron los encargos, primero de personas conocidas y luego, con la apertura de sus redes sociales, su clientela ha seguido creciendo. Y qué alivio, porque como madre soltera tiene que asumir muchas responsabilidades de los compromisos financieros de su hogar. Así que mientras se divierte con un hobbie que realmente le gusta, consigue un dinero extra que nunca viene mal.
Y es que, a pesar de que la repostería se ha relajado mucho porque se evalua el precio más que la calidad, es un negocio rentable.
Francisco Mejía Paniagua
Profesión: Licenciado en Sistemas
Alternativa financiera: Chofer de Cabify
Trabajo: Analista de inteligencia de negocios en un banco nacional
¿Un taxista con saco y corbata? ¡Sí, señor! Ciertamente, la compañía de transporte con vehículos premium Cabify exige no solo vehículos en buenas condiciones sino choferes que vistan adecuadamente. Así que Francisco Mejía asumió ese llamado al pie de la letra y todos los días, luego de salir de la oficina, se conecta al celular para buscar a sus clientes con una formalidad que, admitámoslo, no estamos acostumbrados a ver en un taxista.
Se enteró por las redes sociales que esta empresa internacional se estacionaría en la ciudad de Santo Domingo y decidió de inmediato enrolarse a sus filas. De eso hace unos siete meses, en los que transita en las horas más temidas del tránsito citadino: desde las cinco de la tarde hasta las 10 de la noche, regularmente.
Mejía afirma que siempre le ha gustado emprender y cree que este es el mejor momento para sacrificarse y ahorrar dinero para su futuro. A sus 28 años todavía no tiene esposa ni hijos, por lo que entiende que ahora es cuando puede dedicar su tiempo al trabajo: “todos los inicios son difíciles pero uno se va acostumbrando”. Después de todo, tener una entrada extra siempre es bueno por si algún plan falla. Hombre prevenido vale por dos.
Estefani Pineda
Profesión: Mercadeo
Alternativa financiera: Planificadora de eventos
Trabajo: Departamento de publicidad y mercadeo de una publicitaria
Instagram @epeventplannerrd
Ella organizó su propia boda junto a su esposo, que es publicista. El tema del diseño le ata desde pequeña: su madre, algunas tías, tíos y primas son modistos. Pero, en su proyección, ve el tema del diseño de moda “algo lento”, y su mirada queda fija únicamente en el montaje de eventos: “Recuerdo que de niña buscaba excusas para que mis amiguitas fueran a mi casa. Compraba picadera y hacía todo con una producción: ponía bandejas, platos, vasos... me gustaba ver todo organizado”. Creció y lo que era un juego siguió creciendo. Organizaba los cumpleaños de sus amigas, baby showers, y cuando tomó la decisión de casarse se dijo a sí misma que la organización de su boda sería su primer proyecto. Dicho y hecho.
El segundo fue ser wedding planner de una boda en Cayo Levantado. Grueso compromiso, pero con esa determinación que le caracteriza decidió asumirlo y cuenta que la experiencia le fascinó. Estaba todo claro: esta sería una profesión alternativa a la que se dedicaría. Desde entonces las llamadas no han cesado y de eso ya hace tres años. De hecho, colabora con una com-
pañía de alquiler, en la que ofrece servicio de decoración y montaje.
“Soy madre reciente, además de empleada en un trabajo muy exigente y que implica mucho tiempo. Mantener la calidad como empleada privada, ser madre, esposa, ama de casa y también emprendedora... es muy difícil. Pero me divierto muchísimo y además hay que completar el bolsillo. Mantener un estilo de vida básico es complicado con un solo empleo”.
Estefani confiesa que cada día está más entusiasmada con su proyecto al que ya le sacó su imagen corporativa. Se mantiene actualizada, capacitándose con talleres y cursos que le permiten crecer en el área y, lo más importante, está muy enfocada y es optimista.
Ámbar Lucía Montero
Profesión: Ingeniería Industrial
Alternativa financiera: Saxofonista
Trabajo: Gerente de mantenimiento en una empresa de energía renovable
instagram @ayiteru
Ámbar creció en el pueblo de Baní “poniendo mano” a los instrumentos musicales. Su padre, que toca piano, trombón, trompeta y guitarra, además tenía una tienda de música. De él y de su abuelo materno recibió una marcada influencia que la llevó a estudiar en la Academia de Música de Bellas Artes. Empezó con la guitarra, pero luego se decantó por el saxofón. Dice que le llamaba la atención su forma y el sonido “tan sentimental” que emitía: “es lo más cercano a cantar”, confirma.
Al principio la música era todo lo que quería hacer. Estudió en la universidad para complacer a sus padres y su plan era tener su título y la carrera como Plan B. El A ya se imaginan cuál era. “Mientras estudiaba tocaba en agrupaciones, iba de gira... por eso me tomó más tiempo de lo debido terminar los estudios; a veces tuve que retirar cuatrimestres por esa razón. Pero luego, cuando comencé a ponerme más en serio con la carrera, debí hacer una pausa y la música pasó a un segundo plano”. ÁmbarLucía, su nombre artístico, poco a poco le encontró “el truquito” a su profesión y asegura que le encanta. Con el tiempo ha podido unir estas dos pasiones sin que una afecte a la otra, y lo mejor de todo es que puede vivir de ellas. “Lo que estoy haciendo ahora es amenizando eventos sociales, tengo poco más de un año con esa modalidad que me permite manejarla y combinarla con mi trabajo”.
Aunque en cierta forma extraña tocar acompañada no se queja. Tocar en solitario le permite interactuar de una forma más directa con el público y, gracias al “boca a boca” y a las redes sociales, sus relaciones han crecido, permitiéndole llevar la música de su saxofón (bossa, jazz, merengue, rock, pop) a todas partes.
Nazaret Espinal
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