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Los débiles heredarán la tierra (I de II)

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Los débiles heredarán la tierra (I de II)

Monedas. Nuevas prioridades gubernamentales y el entusiasmo por políticas monetarias poco convencionales están cambiando la manera en que operan los mercados de divisas 

Durante la mayor parte de la historia la mayoría de los países han deseado una moneda fuerte - o por lo menos una estable. En los días del patrón oro y el sistema de Bretton Woods, los gobiernos hacían grandes esfuerzos por mantener tipos de cambio fijos, aun si las tasas de interés requeridas para ello provocaban crisis económicas. Solo en circunstancias económicas excepcionales, tales como las de los años de 1930 y de 1970, fueron esos esfuerzos considerados demasiado dolorosos y se abandonaron los tipos de cambio.

Sin embargo, a raíz de la crisis financiera mundial, fuerte y estable no están de moda. Muchos países parecen estar contentos con la depreciación de su moneda. Esto ayuda a sus exportadores a obtener mayor participación de mercado y relaja las condiciones monetarias. En lugar de alegrarse por el incremento de sus monedas como una señal de confianza del mercado en sus políticas económicas, ahora los países reaccionan alarmados. Una moneda fuerte no solo puede arruinar a los exportadores - un destino del cual las subsiguientes reducciones de tasas no pueden ofrecer el regreso - puede también, al forzar la disminución de los precios de importación, crear la deflación en casa. Menor ingreso es una mala noticia en una crisis de deuda.

De manera que cuando los corredores apilaron francos suizos a principios de la crisis financiera, al considerarlo como una alternativa a los problemas del euro y la impresión de dinero en los Estados Unidos, los suizos se preocuparon. A finales de los años de 1970, un episodio similar motivó a los suizos a adoptar tasas de interés negativas, cobrando honorarios a los que deseaban abrir cuentas bancarias. En esta ocasión, el Banco Nacional Suizo ha ido más lejos. Ha prometido pone un tope al valor de la moneda de SFR1.20 frente al euro mediante la creación de nuevos francos cuando y como sea necesario. El poner grilletes a una moneda en esta forma es un tratamiento diferente a darle apoyo.

El apuntalar una moneda requiere que un banco central utilice reservas finitas de divisas; el mantenerla baja requiere la voluntad de emitir más. Cuando un país recorta el alcance para que la moneda aprecie, los corredores inevitablemente buscan nuevos blancos. De manera que las políticas en un país crean ondas que a su vez afectan otros países y sus políticas.

El último programa de flexibilización cuantitativa (QE por sus siglas en inglés) del Banco de Japón, al igual que la mayoría de las políticas monetarias poco convencionales que se están probando en todo el mundo, tiene varios objetivos. Uno es contrarrestar el poco bienvenido apetito por el yen entre los corredores como respuesta a las políticas que han hecho otras monedas menos atractivas. En igualdad de condiciones, el aumento de los recursos de dinero que provoca la flexibilización cuantitativa debe hacer la moneda menos atractiva para otros, y por tanto disminuir la tasa de cambio.

La onda logra una frambuesa

Sin embargo, otras cosas no son siempre iguales, como la historia de las monedas y las políticas monetarias poco convencionales han dejado claro en los últimos años. En el caso de Japón, una caída del valor del yen en respuesta a la última ronda de QE sería contraria al desarrollo del partido. Japón ha realizado programas de QE en varias ocasiones desde el 2001 y el yen está mucho más fuerte que cuando empezaron.

Ni el efecto del QE sobre otras monedas ha sido lo que los corredores podrían haber esperado. La primera ronda en los Estados Unidos fue a finales del 2008; en ese momento el dólar estaba subiendo fuertemente (ver gráfico). El dólar es considerado como la moneda "refugio seguro"; los inversionistas acuden a ella cuando están preocupados por las perspectivas de la economía mundial. Los mayores temores ocurrieron a finales del 2008 y principios del 2009 después del colapso en septiembre de 2008 de Lehman Brothers, un banco de inversión. Luego el dólar volvió a caer después que pasó lo peor de la crisis.

La segunda ronda de QE tuvo efectos más sencillos. Fue lanzada en noviembre del 2010 y el dólar había caído para el momento en que el programa concluyó en junio del 2011. Pero esta caída podría haber sido por la pérdida de la confianza de los inversionistas en que las acciones del banco central revivirían la economía y que era seguro comprar activos más riesgosos; durante el mismo período, el Promedio Industrial Dow Jones subió mientras que los precios de los bonos del Tesoro cayeron. Sin embargo, después de todo esto, el dólar se mantiene al alza frente al euro y la libra de lo que era cuando Lehman colapsó. Esto no significa que la QE fuera inútil; logró el objetivo de aflojar las condiciones monetarias en un momento en que el recorte de las tasas ya no era posible. El hecho de que no disminuyera también las tasas de cambio sencillamente demuestra que las políticas no actúan en el vacío.

Cualquier tasa de cambio es una valoración relativa de dos monedas. Los corredores tenían sus dudas sobre el dólar, pero el euro estaba afectado por la crisis fiscal y por dudas sobre la misma supervivencia de la moneda. Entretanto, Gran Bretaña también estaba realizando QE y estaba cayendo en recesión. David Bloom, un estratega de moneda del banco HSBC, extrae una lección de todo esto. "Las implicaciones de QE sobre una moneda no son uniformes y están basadas en la percepción del mercado y no sobre algún vínculo mecanicista."

© 2012 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com