Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Autos
Autos

El escándalo Volkswagen golpea el orgullo alemán por su industria automotriz

FRÁNCFORT. El escándalo que sacude a Volkswagen por haber manipulado los controles de polución de sus coches impacta de lleno en Alemania, un país orgulloso de su industria y sus normas ambientales, pero que ahora teme por el prestigio de sus productos.

El caso estalló la semana pasada en Estados Unidos, pero el líder mundial de ventas de automóviles acabó por admitir que había instalado softwares diseñados para falsear los resultados de los controles en once millones de vehículos en todo el mundo.

Una confesión chocante en un país orgulloso de la “Deutsche Qualität”, o “calidad alemana”.

“La gente de Wolfsburgo (sede de la firma, en el norte de Alemania) representaba un ideal de la ingeniería alemana (...). Esa imagen quedó rayada y abollada. Como mínimo”, resumió el editorialista Ulf Poschardt en una columna del diario conservador Die Welt.

Volkswagen siempre apostó por la solidez del “Made in Germany”, incluso para vender su legendario “escarabajo”, o “bocho” de los años 60 en un mercado como el norteamericano, en principio tan poco compatible con sus curvas y su tamaño reducido en comparación con los Cadillac y los Ford entonces dominantes.

“Es feo, pero te lleva” (”It’s ugly, but it gets you there”), decía su publicidad.

El escándalo actual acarrea “un enorme perjuicio a la imagen de marca de Alemania”, lamenta Max Straubinger, un dirigente del CSU, el partido conservador de Bavaria.

“El ‘Made in Germany’ hasta ahora nunca había engañado ni defraudado”, subraya el analista del sector automotor Ferdinand Dudenhöffer, interrogado por la AFP.

VW, que posee doce marcas y emplea a 590.000 operarios en todo el mundo, “es la mayor empresa alemana y una empresa ejemplar. Nadie hubiera imaginado que pudiese mentir”, agrega el experto, que teme que un manto de sospechas se extienda ahora a otros fabricantes como Daimler y BMW y a proveedores de equipos como Bosch y Continental.

“Si la reputación (de Alemania) se viera afectada, eso representaría una amenaza para el crecimiento y el bienestar del país, pues un empleo de cada siete dependen directa o indirectamente del sector automovilístico”, escribe el editorialista Ulrich Schäfer, del diario de centro-izquierda Süddeutsche Zeitung.

La fiabilidad de sus productos es un argumento de peso en las exportaciones alemanas, que superan los 100.000 millones de euros al mes, gracias a sus coches, sus productos químicos y sus máquinas herramientas como productos líderes.

Expandir imagen
Infografía
Vista de dos utilitarios de Volkswagen en un concesionario de High Wycombe, al noreste de Londres, Reino Unido el 22 de septiembre de 2015. (EFE/ANDY RAIN)

Mensajes de tranquilidad

El ministro de Economía, Sigmar Gabriel, aseguró que los productos alemanes seguían siendo fiables. Y la canciller Angela Merkel exigió una investigación “con transparencia total”, que arroje luz sobre lo ocurrido “lo antes posible”.

El escándalo estalla además en un mal momento para la diplomacia germana.

Merkel tiene previsto abogar la semana próxima ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York por un compromiso mayor de la comunidad internacional en la lucha contra el cambio climático, que en diciembre será el tema de una conferencia crucial en París.

Merkel, que decidió el abandono de la energía nuclear, quiere dejar su impronta en la transición energética de la principal potencia económica europea.

Pero ahora se encuentra a la defensiva, por haber batallado siempre con fervor por los intereses de la industria automovilística alemana, aplazando la imposición de límites de emisiones en Europa.

Ahora “los demás países podrán sonreír (...). Si la mayor empresa alemana hace trampas ¿qué vale la palabra de la canciller?”, se pregunta Dudenhöffer.

Los fabricantes de coches alemanes habían por su lado desarrollado una retórica sobre los “diésel limpios”, y son precisamente esos motores los que se hallan en el centro del escándalo.

El ministro de Transportes Alexander Dobrindt recalcó que no existía “ningún indicio” de que otros fabricantes alemanes hubiesen trucado sus motores.

Un mensaje que también transmiten los empresarios.

La polémica “afecta actualmente a una sola empresa y suponer que concierne a todo un sector industrial o a toda la industria alemana es pura especulación”, subraya la federación industrial alemana FDI.

Por Romain Fonsegrives

TEMAS -