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“Hay que renovar todos los días el compromiso con la felicidad”

Para ser felices, Freddy Ginebra aconseja la aceptación personal, ser pacientes para alcanzar los sueños y practicar el perdón y la compasión. Y como antídoto para etapas difíciles... importar los momentos felices que hemos vivido.

Es media mañana de un viernes de julio, más que cálido, candente. Freddy Ginebra llega a Casa de Teatro -el centro de arte y cultura que ha ido forjando desde hace 45 años- despacio y dispuesto a bromear. Al preguntarle si prefería la entrevista en el patio, junto a la ventana que ha adornado el escenario de incontables presentaciones artísticas, o en su oficina -que de sobria no tiene nada- dice enfático que mejor en ella porque ahí hay aire acondicionado.

En la oficina de Freddy hay de todo. Su títere, Alfredito, cuelga de un armario. Hay pinturas, artesanías, tazas pintorescas, carteles de películas en las que ha actuado y la foto de un Freddy alado, con túnica blanca y rodeado de niños. Delante de esta imagen está la bicicleta en la que pasea por la Zona Colonial, con suficiente calma para contemplar sus paisajes sin que le sofoquen los impacientes conductores que le gritan que se aparte para ellos poder avanzar rápido o que está viejo -tiene 75 años- para andar en dos ruedas. Pero esas indolencias cotidianas son para Freddy anécdotas jocosas y no motivo de indignación.

No lo habrá calculado, pero el verde de sus ojos, el de su camisa de ramos tropicales y el fondo del cuadro que queda tras su escritorio se acoplan armónicamente. En ese rincón de equilibrio contagioso, hablamos con él sobre... la felicidad.

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¿Qué es la felicidad para Freddy Ginebra?

FG. Para mí la felicidad es un estado de paz, de alegría, de conformidad con la vida, de aceptación de lo que no puede ser cambiado, de perdón si se quiere, un conjunto de cosas que uno va aprendiendo en el trayecto de la existencia. Cuando me hablan sobre la felicidad la gente idealiza la felicidad como un estado de euforia y nada de eso. La felicidad es otra cosa, para mí, muy diferente. Es un estado de conformidad si se quiere y hay que renovar todos los días con la felicidad, cada mañana y yo lo hago con lo que me ofrezca el día.

A veces la gente asocia la felicidad a una vida perfecta, al trabajo perfecto y al matrimonio e hijos perfectos. ¿Es esto la felicidad o es menos complicada?

FG. No, la felicidad no tiene nada que ver con la perfección. La felicidad tiene que ver con uno mismo, ni depende de nada ni de nadie. La felicidad la genera uno mismo con su armonía, con estar en armonía con su ser. Eso es lo que produce la felicidad, cuando tú te aceptas como eres y decides vivir la vida con lo que se te ofrece. Eso no quiere decir que tú seas conformista y que te limites. No, para nada. Pero tú caminas mucho mejor este tránsito tan difícil, porque este es un valle de lágrimas. La gente es que cree que es otra cosa. No, es un valle de lágrimas. Y en la medida que tú aceptas cantidad de cosas que te depara la vida ya tú vas aprendiendo a caminar y vas siendo feliz, sin grandes expectativas.

¿Se puede ser feliz siempre?

FG. Para nada. Hay momentos de tristeza fuertes, que es parte de la felicidad, parte del paquete. No es un estado permanente, hay momentos de dolor, momentos de pérdidas y esos momentos uno tiene que incorporarlos a su vida, saber que es parte del paquete que nos dieron. Mi nieta Catalina me dijo un día “abuelo, la vida es un paquete de cosas, hay mucho dolor y hay mucha alegría. Déjame aprender a mí. Mi niña de nueve años me dijo eso. Un día que yo la encontré llorando y dije “¿por qué tú lloras?“. Me dice “ah, porque vi una película que me puso muy triste“. Y yo digo “no, pero no veas películas tristes“. Dice “abuelo, la vida tiene cosas tristes y cosas... déjame aprender por mi camino“.

¿Cuál es la edad más feliz?

FG. Todas las edades son para que tú seas feliz. Algunas son más complicadas que otras, pero todas las edades son para que tú seas feliz. ¿Por qué no? Tú tienes todos los elementos dentro.

Hay personas que tienen miedo a envejecer. ¿Cree que se puede ser más feliz en la vejez cuando uno es más maduro y habiendo ya alcanzado muchas de las metas que teníamos en la vida?

FG. El miedo es el primer enemigo de la felicidad. Y hay que aprender a perder el miedo en la vida porque con miedo no se va a ningún sitio. Entonces yo no digo que la vejez sea, nada, uno se pasa añorando los años que tuvo joven, que corría, que saltaba, pero no. Cada etapa, mi mamá decía “todas las etapas tienen sus encantos“. Y yo estoy viviendo este otoño con mucha alegría, trabajando más que nunca ahora.

¿Hay hábitos impiden que seamos felices?

FG. Sí, claro. Hay personas que son masoquistas, que se rodean de personas tóxicas, que se recrean en el dolor, que viven atadas a tragedias que han vivido en su vida y entonces no se puede ser feliz así. Yo, a diferencia, colecciono momentos felices y los importo cuando me veo que amenazan, que viene una nube oscura, pienso esas cosas lindas que me han pasado y paso adelante.

¿Hay que tener disciplina para importar esos momentos felices?

FG. Sí, uno tiene que educarse para eso. Y rechazar todo aquello que pueda interponerse entre su paz, su “felicidad“, porque si no, imagínate.

¿Se contagia la felicidad?

FG. Claro, yo trato de contagiarla a todo el que se me acerca. Esa es mi misión en la vida. Yo quiero que todo el que esté cerca de mí se sienta siempre bien. Yo cuando estoy muy triste, que tengo mis días muy triste, no salgo de mi casa hasta que la sonrisa no sale espontánea. Y hago todo el tiempo mi ejercicio de alegría y cuando yo ya estoy preparado salgo a la calle para ofrecer lo mejor de mí.

Escritor, gestor cultural, actor, publicista, ¡abogado! ¿Ser polifacético puede ser uno de los secretos de la felicidad laboral?

FG. Yo no me aburro porque yo no tengo tiempo para aburrirme porque mi vida está muy llena de cosas. No creo, ahora, el tener tantas facetas sí me ayuda a evitar a veces algunos paisajes que no me gustan, como este mundo que se está enfermando cada día más y la violencia que crece de una manera descontrolada, la falta de humanismo, entonces estar muy ocupado me hace mucho bien, en cosas que yo mismo he ido provocando dentro de mí, es decir, no me cayeron de la mano. Yo las busqué porque supe que era mi única manera de caminar por el camino de la alegría.

¿El trabajo puede provocarnos felicidad?

FG. E infelicidad. También. Si trabajas en algo que no te gusta, eso es muy serio. Eso daña el espíritu. Por lo tanto, yo le recomiendo a todos mis amigos o a toda la gente que me vea siempre, primero: trabaje en lo que quiera, aunque sea lo más pequeño, pero trabaje en lo que sea que a usted le guste, o si no la vida se le va a hacer muy dura.

No siempre el trabajo o el área de ejercicio de la carrera es el que se soñaba. ¿Es posible adaptarse a la realidad del momento al punto de que sea apasionante aun cuando no sea ese sueño dorado que teníamos?

FG. Te voy a decir cuál es mi fórmula para eso. Mira, no todo se te da de repente, hay que tener paciencia, mucha paciencia. No se consigue todo inmediatamente. Yo por ejemplo a los 12 años soñaba con hacer de actor de cine y ahora esperé 60 años y se me dio. Tuve mucha paciencia. Esta Casa de Teatro no surgió, no me lo dieron todo. La he ido construyendo poco a poco. Yo aprendí a que cuando consiguiera un trabajo, el que fuera, amarlo y enamorarme de él. Fui mensajero, maestro de escuela -que ha sido la profesión que más me ha maravillado-, trabajé en un banco, fui despachador de vuelos aéreos en el aeropuerto... vendí pelucas, trabajé en una cosa de juguetes en Estados Unidos, ¿qué te digo? De todo. Me hice abogado por un mes. Y ya. Ahora al fin soy director de Casa de Teatro, que es el trabajo que más me gusta, pero me ha tomado tiempo. Y yo, sin embargo, todos esos trabajos que desempeñé los hice con el mismo amor, el mismo entusiasmo, sabiendo que algún día haría lo que realmente yo quería hacer.

¿Qué consejo le daría a la gente?

FG. Que se aceptara primero como es, que aprendiera a perdonar, el perdón es la base de todo porque sin perdonar... Ser compasivos con los demás, no juzgar a la gente, cada uno tiene un motivo que uno no conoce, que acepte, que acepte. Y nada, eso yo diría, eso te facilita la vida y te facilita todo. El perdón es importantísimo.

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