Hubo mucho activismo entonces

El régimen tiránico haitiano de Jean Pierre Boyer que ocupó la parte este de La Española ya había sido depuesto gracias al éxito del movimiento insurreccional La Reforma, que benefició a Charles Rivière-Hérard, y en la franja española los trinitarios continuaban trabajando intensamente a favor de la independencia en 1843.

El malestar que sentía la población de habla española entonces había sido acentuado por los efectos devastadores del terremoto del 7 de mayo de 1842, pues la ineficacia del gobierno para enfrentar la situación lo sumió en un descrédito mayor.

En el ínterin, los revolucionarios hacían contactos y se movilizaban promoviendo las ideas independentistas en lugares como San Cristóbal, Baní, La Vega y Puerto Plata.

Además de que los trinitarios se mantenían activos, en Santo Domingo se habían formado otros bandos, que reunían a los liberales haitianos y los afrancesados conservadores y tendrían incidencia en la proclamación de la independencia, hecho ocurrido el 27 de febrero de 1844.

En los meses anteriores a la declaración separatista se intensificó la movilización de los patriotas para lograr sus propósitos y la agitación se extendió desde Santo Domingo hasta otras poblaciones tales como Los Llanos, El Seybo, Baní y Cotuí.

El trinitario Matías Ramón Mella, llamado a desempeñar un papel importante en la proclamación de la independencia, fue detenido mientras actuaba en Cotuí.

Además, los independentistas lograron sumar a su causa a personas “de color” que habían apoyado al gobierno de Boyer por razones étnicas.

Los trinitarios y otros adeptos a su causa se convencieron de que no podrían derrocar al gobierno haitiano si no pactaban con los conservadores, con los cuales unieron fuerzas e hicieron preparativos para que fuera declarada la separación.

Entre los conservadores notables con los que pactaron los jóvenes revolucionarios, liderados por Juan Pablo Duarte, estuvieron Tomás Bobadilla, quien era funcionario del gobierno haitiano, y los hermanos Ramón y Pedro Santana, influyentes hateros de la región este, que podían aportar recursos para que triunfara la lucha que buscaba quebrar la dominación extranjera en la parte española de la isla.

Emilia Pereyra