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La oposición contra el dominio extranjero

El gobierno haitiano intentó imponer el uso del idioma francés en la educación y en los documentos oficiales, lo que irritó a la población, que se empecinó en oponerse a la medida.

Los independentistas escribieron: “En nada ha variado nuestra condición: los mismos ultrajes, los mismos tratamientos de la administración anterior, los mismos o mayores impuestos, el mismo sistema monetario sin garantía alguna que labra la ruina de sus pueblos y una constitución mezquina que jamás hará la felicidad del país, ha puesto el sello a la ignominia privándonos, contra el derecho natural, hasta de lo único que nos quedaba de españoles: ¡del idioma natal!, y arrimando a un lado nuestra augusta religión, para que desaparezca de entre nosotros; porque si cuando esa religión del Estado, si cuando estaba protegida, ella y los ministros fueron despreciados y vilipendiados, ¿qué no será ahora rodeada de sectarios y enemigos?

En una sociedad esencialmente católica, molestó que el gobierno haitiano entregara templos a los protestantes y fomentara la propagación de su credo.

En la larga convivencia de 22 años con los invasores, la población vivió bajo tensión y temor a causa de las medidas de fuerza tomadas por el régimen de Jean Pierre Boyer que afectaron sus intereses.

Desde los primeros tiempos de la dictadura extranjera, Boyer tomó decisiones que desafiaban las costumbres y algunas perjudicaron a los comerciantes de la parte Este.

Entonces, Santo Domingo comercializaba con Cuba, Puerto Rico, Martinica, Saint Thomas y Curazao, a donde viajaban goletas y bergantines cargados de caoba y tabaco y retornaban con importaciones de harina, arroz, telas, piezas de hierro y otras manufacturas.

“Esa medida inició una política de aislamiento comercial que afectó gravemente a los importadores y exportadores de ambas partes de la isla, por lo que la misma no se pudo mantener por mucho tiempo”, agregó el autor.

Revuelta de Los Alcarrizos

Aunque en sus inicios la dominación haitiana obtuvo la aprobación de parte del pueblo, tempranamente encontró oposición en sectores como el de los terratenientes y la iglesia católica, muy afectados porque fueron desposeídos de tierras y otras propiedades.

A fin de evitar que se produjera una sublevación en Samaná, en el 1822, el gobierno actuó con rapidez, ya que se hacían planes para enfrentar la invasión haitiana con el apoyo de una escuadra francesa que llegaría desde Martinica y de algunas tropas españolas procedentes de Puerto Rico.

?En junio de 1822, también gente de Monte Cristi pidió al gobernador de Cuba “auxilios para separarse de los negros y mulatos” que los gobernaban, según comprobó el historiador José L. Franco.


Dos años después, en el 1824, estalló la llamada Revolución de Los Alcarrizos, encabezada por Baltazar Nova, y en la que tuvo gran protagonismo el cura Pedro González.

No obstante, el movimiento fue denunciado por un traidor y el comandante y gobernador de Santo Domingo, general Gerónimo Maximiliano Borgellá, lo derrotó, al mando de 200 soldados, que apresaron a la mayor parte de los comprometidos, quienes padecieron severas condenas.

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